por Vaclav Havel
Frank Zappa era uno de los dioses del underground checo durante los años setenta y ochenta. Era un época de completo aislamiento. Los músicos de rock locales y el público eran perseguidos por la policia. Y para aquellos que se negaban a ser barridos por la represión —que intentaban permanecer fieles a una cultura propia— el rock occidental era mucho más que sólo una forma de música.
En esa época, Frank Zappa flotaba en algún lugar arriba en los cielos, una estrella inaccesible como tantas otras cuya influencia se sentía en la escena local, como la Velvet Underground y Captain Beefheart.
Yo nunca soñé que pudiera conocerle un día, pero poco después de la Revolución, cuando yo ya era Presidente, Zappa se presentó en Praga. Llegó en un período aún vibrante con energía revolucionaria. Tocó en jam-sessions con músicos locales, y me hizo una visita al Castillo, y salimos a beber juntos. Fue la primera celebridad del rock que conocí, y, para mi deleite, era un ser humano normal, con el que podía llevar una conversación normal.
Él estaba ansionso de aprender todo lo que pudiera sobre los cambios radicales que estaban teniendo lugar en los países del antiguo Bloque Soviético. Tenía curiosidad por lo que este repentino colapso de un mundo bipolar podría traer. Quería saber qué pensábamos sobre la futura posición de la Unión Soviética en la política mundial, y nos sondeó sobre los aspectos negativos y positivos del rumbo "de terciopelo" que nos habíamos dado a nosotros mismos.
Lo que le fascinaba y le excitaba era la idea de que un artista tuviera un papel que desempeñar en la política activa. Habló en serio de ofrecer una ayuda no oficial a nuestro país, tanto en la esfera cultural como económica, y luego me enteré de que había discutido el asunto en detalle con varios ministros. Quizá su enfermedad le impidió desarrollar este tipo de trabajo, pero su interés sincero por nuestro país me produjo una profunda impresión. Tanta como su aparición con Michael Kocab y su banda 'Prague Select' en un concierto en junio de 1991 para celebrar la partida final de las tropas soviéticas de Checoslovaquia después de una ocupación de casi veintitrés años. Estaba seriamente enfermo en esa época, pero tomo parte de todas formas. Fue una de sus últimas apariciones como músico de rock.
Pensaba en Frank Zappa como un amigo. Conocerle fue como entrar en un mundo diferente de aquél en el que vivía como Presidente. En cada momento que siento que me escapo de ese mundo —aunque sólo sea en mi mente— pienso en él.
Vàclav Havel
Traducción de Román García Albertos