Nos vamos a Galicia, y eso está muy lejos. Juanfra esta vez no puede venir y se viene con nosotros Rafa. Quedamos a las 10 de la noche. Todos menos Miguel, que está en Segovia tocando con Santiago Campillo. Hemos quedado con él en recogerlo en la estación de Arévalo. Vamos para allá. Horas y horas y horas. Llegamos a Arévalo, son más o menos las 5 de la madrugada y entramos en el pueblo buscando la estación. No aparece por ningún lado. Todos duermen. Seguimos dando vueltas. Empieza a seguirnos la policía. Mire usted, que es que estamos buscando la estación. Mmm... al salir del pueblo, el puente, etc. Llegamos a la estación. No hay nadie. Ni siquiera trenes. El que está de guardia nos mira desde detrás de la ventana. Cinco tipos con pinta de sospechosos en la estación a esas horas... huy, huy. Buenas noches, es que hemos quedado aquí con unos amigos. Aparecen los amigos. Santiago y Miguel, la pareja del año. Con empanadilla. Más gente sospechosa. Total, que Santiago se queda allí todavía a esperar a los de su conjunto, porque se van a tocar a Asturias (creo). A él le quedan unas cuantas horas, nosotros nos vamos ya. ¿Nos vamos? No. La furgoneta no arranca. Vale. Al final conseguimos arreglarla metiendo todos las manos en el motor. Hasta luego, Santiago, que te sea leve. El de la estación sigue sospechando.
De pronto Galicia. Se acabaron las prisas. Despacio... no te preocupes, esto es así. Ahora empieza el viaje. Carretera y más carretera.
Villagarcía. Macroconcierto (éste parece más serio). Llegamos casi a tiempo para la prueba de sonido. Hola a los Enemigos, hola a Vicente, hola a Mariano, hola a todos, qué felices somos, qué bien que estamos aquí, DESPUÉS DE 15 HORAS DE VIAJE. Montar, probar y al hotel. Y a tocar.
"¡¡Tocad Pepe el Reeeeey!!" (dígase con fuerte acento de la Ría), "¡¡Tocad Pepe el Reeeey!!" Se refiere por supuesto a Boie Bagat Wo. Se acuerdan. No la tocamos, somos más duros que nadie (en realidad no la tocamos porque la llevábamos para el bis, y no hubo bis). Luego tocan los Enemigos, que siguen siendo cada vez mejores. Un gustazo.
Luego tocan Tahures Zurdos y Miguel y yo nos vamos a tomarnos una empanadilla a un bar cercano donde nos lleva un amigo del organizador. Nos cuenta algunas cosas curiosas.
Después volvemos al recinto del concierto y todo se empieza a hacer borroso en el recuerdo. Me encuentro a Vicente con la familia Pazos y me voy con ellos. A partir de ahí son todo escenas. Una discoteca. Unos bares llenos de gente en la calle. Hola, Rafa, hola, Joaquín, ¿de dónde salís? Un karaoke. Yo cantando "Rascayú". ¿Yo? Ya es de día otra vez. Hay mercado. Nuestros nuevos amigos gallegos van con cuidado para no encontrarse con su familia ni con nadie de la oficina. Un garito lleno de camareros con torso desnudo. Y la frase para la historia: a las 12 y cuarto de la mañana, cuando ya queremos irnos al hotel más que nada para recoger a los demás e irnos para casa, después de ni se sabe cuántas horas por ahí, alguien dice, "¡No os vayáis todavía, quedaos un cuarto de hora más!" ¿Un cuarto de hora más?
El hotel. Buenos días. Vámonos. Rafa se va con Mariano y con Vicente y con Los Enemigos a Extremadura, nosotros nos vamos a casa. Al salir de Galicia paramos en un río y hay baño. El resto es fácil imaginarlo: kilómetros. Muchos. Después de otras 15 horas de viaje llegamos a casa. De madrugada.
Ah, y no he hablado de lo más importante sobre Villagarcía, ni voy a hablar. Continuará...
Román.