por Nigel Leigh
El Mundo, 24 de Marzo de 1993
Enfermo de cáncer, el maestro payaso de la música moderna (y buen amigo de Václav Havel) continúa trabajando. En su nuevo disco Yellow Shark, que acaba de terminar de grabar, se pone la máscara de compositor serio.
Actualmente, Frank Zappa apenas sale de su mansión de las colinas de Hollywood. No quiere decir eso que no esté trabajando con ahínco. Su casa de compositor y hombre de negocios (amplia residencia en el piso de arriba, modernísimo estudio de grabación en el piso de abajo) hierve de actividad mientras el equipo técnico de Zappa le da los toques finales a este próximo CD.
Capitalista libertario y defensor del mercado, Zappa se encuentra en disposición de editar lo que quiera, ya que dispone de su propia casa discográfica, llamada Barking Pumpkin. Ya no tiene que enfrentarse a los ejecutivos de las grandes empresas, desde que declaró la guerra judicial a su anterior casa de discos Warner Brothers, en 1978.
Hace dos años, la primera vez que visité la laberíntica casa (cuyo estilo, Zappa, define como "arrugapompas antiguo") situada en lo alto de Laurel Canyon, un Zappa enjuto y de aspecto sano me pidió que desconectase la grabadora antes de revelarme que le habían diagnosticado un cáncer de próstata.
Posteriormente, en septiembre pasado, desmintiendo las expectativas de la prensa sensacionalista, Zappa apareció sobre un escenario de Frankfurt dirigiendo el Ensemble Modern, la orquesta de cámara con la que había trabajado en Yellow Shark para interpretar una velada de música de vanguardia.
ESFUERZOS.- No obstante, se vio obligado a regresar temprano a casa para recuperar el esfuerzo de los ensayos y la actuación. "No me he muerto —confirmó por aquel entonces— ni tengo intención de pedir la cuenta y marcharme esta semana ni en un futuro previsible"
Hoy Zappa tiene un aspecto indudablemente más pálido y más débil que la última que nos vimos. Su rostro está un poco desalentado y tiene el pelo más canoso, pero su imagen resulta inconfundible. Zappa es un estadounidense de orígenes mixtos (sus padres son de origen siciliano), pero, a diferencia de otros, no alardea de sus raíces culturales: "Nosotros no vivíamos en un gueto cultural —explica— , así que nunca he tenido una identidad fuerte de bocadillo de albóndigas".
De hecho, Zappa, que acaba de cumplir los cincuenta y dos años, tuvo una infancia bastante peripatética, desplazándose a distintos lugares de California, donde su padre trabajaba para el ejército como científico de investigaciones secretas. Por su parte, Zappa no ha vuelto a hacer ninguna gira de rock desde 1988, año en que su grupo sufrió una cáustica ruptura. Desde entonces, viene centrándose en la composición seria, más profunda.
"Lo oigo todo dentro de mi cabeza, con buena acústica, con todos los ritmos en su sitio, y una afinación impecable —explica—. Cuando tengo que llevarlo ante el público, entra en contacto con las leyes de la física y entonces comienzan los problemas". Sin embargo, el público de los conciertos sigue siendo para él una necesidad imprescindible, puesto que necesita dinero para pagar a los técnicos que manejan sus aparatos y para que "sigan llegando enchiladas para comer, mientras yo compongo toda la música, por mi cuenta".
TECNOLOGÍA.- La música depende en buena medida de la tecnología más moderna. "Si te dedicas a hacer música eléctrica, cualquier nuevo aparato que aparezca y te permite crear un sonido que no existía antes, tiene que interesarte" dice Zappa. Desde que abandonó la guitarra hace tres años, su principal instrumento es el Synclavier, un teclado-ordenador capaz de muestrear cualquier sonido que se quiera.
"Lo facilita mucho todo", dice Zappa, comparándolo con un procesador de textos que no sólo te ayudase a escribir una novela sino que hasta te leyese el libro. "Volver a dibujar puntitos sobre papel sería una experiencia punitiva", añade, estremeciéndose con solo pensarlo.
Es toda una sorpresa, pues, encontrarse de nuevo a Zappa tan compenetrados con músicos de verdad en el Ensamble Modern. Yellow Shark contiene el tipo de música que piensa que ni la máquina podría hacer y que casi ningún otro músico sería capaz de tocar. "He compuesto prácticamente a su medida. Lo atractivo de éste trabajo ha sido la personalidad y la estética de esos músicos", dice.
De hecho, Zappa siempre ha denigrado la estética de casi toda la música clásica habitual, considerándola excesivamente predecible. "Si ya sabes hacia dónde va a ir la melodía, cuánto va a tardar en llegar, y que va a ocurrir cuando llegue, ¿para qué molestarse en escucharla?", dice.
Hace una excepción con Bach, aunque únicamente si lo interpreta Glenn Gloud, porque "retuerce el material de tal forma que al menos inserta en la composición un signo de interrogación".
Cabría decir que el territorio natural de Zappa ha sido siempre Europa, donde, según reconoce, siempre se ha comprendido mejor su idiosincrático intento de aunar la comedia con distintos géneros musicales.
Pero el prefiere subrayar lo importante que ha sido ser forastero. "Si yo hubiese sido un artista europeo, no le hubiera gustado al público. Lo que llamaba la atención de los europeos era que yo, siendo estadounidense, hiciese cosas así. Me hacía destacar por encima de todos, como si fuera un pulgar hinchado".
Un detalle que destacaba mucho en los primeros discos de Mothers Of Invention era una misteriosa cita de Varèse que a Zappa le gustaba repetir: "El compositor actual se niega a morir". Antes de marcharme le pregunto a Zappa qué significa eso para él. "Considero que componer música es algo que merece la pena", contesta, con voz un poco ronca, como un compositor actual que se niega, por completo, a morir.
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