IDEAL, Granada, enero de 1998
JJG - GRANADA
En las cinco ocasiones que nos han visitado Los Marañones hemos podido comprobar que es un grupo inquieto y en continua evolución. Modifican sus formaciones y su expresión sonora continuamente, incansable búsqueda de una personalidad definitiva, por más que la original ya fuese inconfundible.
En su última actuación nos los encontramos convertidos en cuarteto, pero habiendo permutado la plaza de teclista por un segundo guitarra. Cambio que influye decisivamente en su sonido actual, trepidantemente guitarrero y cualificadísimo vocalmente.
Porque tras el entreverado discurso guitarrístico Marañones son uno de los grupos de este país que más cuidan la armonización vocal, algo imprescindible para su reciente faceta de grupo melódicamente surtido y juguetón.
Los que disfrutaron con la versión original, una suerte de Marañones Experience, espesos y hendrixianos, pisoteando el wah-wah hasta destriparlo en gruesos punteos, aprecian cierta liviandad en su propuesta actual.
Y es cierto que en disco han perdido empaque, pero también es verdad que el estudio no consigue recoger la mayor parte de lo que pueden hacer en escena, y cuando se sueltan la melena, Miguel Bañón y los suyos son una espléndida banda de rock and roll.
Con grupos como McClan, Bluesfalos y ellos Murcia se ha convertido en la reserva espiritual de la Dureza. En los Marañones reverbera el eco de historia media de esta música, del blues rock de los primeros setenta, de la psicodelia primitiva y de los garajeros y empujadores del protopunk. ¿Salvo ellos quién se acordaría de Frank Zappa para versionear Mi guitarra quiere matar a tu madre?
Mención aparte merecen las cualidades vocales de Bañón, su fraseo, que desmiente toda aseveración de imposibilidad del castellano para el rock, con una acentuación fluida y elástica que le hace sonar con la misma musicalidad que el inglés.
Y tarnbién la capacidad del grupo para hacer ruido, para manipular el grifo de las distorsiones, poniéndolo a su servicio como un elemento más y no como un fin incontrolado. Por grupos así vale la pena seguir en este oficio.
(Foto de J.E.Gómez, que además nos envió el artículo. Una vez más, gracias, Indiana.)