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Flamingo sound

Arena. 3 de julio de 2001

No. No es el nombre de un nuevo grupo. Resulta que el "Flamingo", uno de los locales más señeros de la noche de Malasaña, ha publicado un álbum con la colaboración de un total de veintidós grupos y ya que, como dice Rafa Fustes, dueño de local, en el libreto que acompaña al disco, "es un homenaje al bar pero es para todos", parecía lógico el hecho de presentarlo en sociedad con un concierto en directo. También señala Rafa en las mismas líneas que el "Flamingo" es "mi, tu, su casa. Y el fin de este disco es para salvaguardarla". Lamentablemente, parece ser que la continuidad del bar se ve seriamente amenazada dada la perseverancia policial a la hora de aplicar las ordenanzas municipales con que nuestro alcalde tiene a bien (o a mal) gobernarnos, ordenanzas que se ceban en los locales de ciertas zonas y que, en el caso del "Flamingo", afectan ya seriamente a su funcionamiento.

El cartel del concierto prometía sorpresas y... ¡vaya si las hubo! En principio estaban anunciadas las actuaciones de Marañones, Jet Lag y Enemigos, pero, al ver deambular por el escenario a Manolo UVI y al Pollo, uno esperaba el habitual ritual de invitados que se suben al escenario a tocar algún que otro tema con los grupos programados. Para nada: la formación entera de Commando 9 mm. se marcó su show propio y, lejos de limitarse a los tres o cuatro temas "de sorpresa", ofreció un concierto de cuarenta y cinco minutos repasando sus propios clásicos ("Jenny, Jenny", "Cuando yo reviente", un "Amor frenopático" a toda caña...) y dando un repasito al repertorio "ramoniano" de la primera época ("Carbona not blue", "Beat on the brat"...) para terminar con su himno "Unete al comando". Puede que los 9 mm. nunca llegaran al centímetro de ventas, pero siempre tuvieron un buen kilometraje de punk rock en sus discos y actuaciones en directo a finales de los ochenta. Un regreso agradecido, sin lugar a dudas.

Luego les tocó, como estaba mandado, a los Marañones, banda a la que, personalmente, habíamos perdido de vista desde que los viéramos en Motril a mediados de los noventa. Se mostraron entregados y se crecieron (nada mejor que la mala leche para estos menesteres) ante las adversidades del sonido. Llegaron éstas a tal extremo que su cantante estuvo en un "tris" de abandonar la actuación antes del final. Contaron con la guitarra de Hendrik (de los desaparecidos Deltonos) en buena parte de su show y ofrecieron un repertorio en el que no faltó su tradicional versión de Zappa muy coreada por el público. Dejaron una buena sensación, como de banda a redescubrir, al menos por nuestra parte.

A estas alturas de la fiesta, con los chorretones de sudor haciendo charcos en el suelo, ya habíamos llegado a la hora de Jet Lag. La última vez que nos tropezamos con ellos fue en el Moby Dick cuando presentaron su único álbum hasta el momento y, si allí dejaron un buen sabor de boca, en esta ocasión su música se vio desdibujada por un sonido distorsionado que no permitía disfrutar de sus melodías (herencia americana) ni de las segundas voces de su líder, el ex Vancouver Juan Santaner. Contaron para finalizar con el vocalista de los Protones y, junto a él, se marcaron una versión del "Boys are back in town" de Thin Lizzy.

La actuación más esperada de la noche era, sin lugar a dudas, la de los Enemigos. Su calidad instrumental, sus tablas, la magnífica compenetración que tienen sus miembros y el estupendo momento que atraviesan en la actualidad les sitúa como una de las bandas de rock'n'roll más solventes del panorama actual. Comenzaron con Josele a la guitarra acústica interpretando "La otra orilla" para, posteriormente, dar salida a sus temas más populares, como "Todo a cien", "Qué bien me lo paso" o el sentido, y en esta ocasión casi obligado, homenaje a "An-tonio" (se le pudo ver por el "Flamingo" en más de una ocasión, como recordó Fino). Alex Calvo Sotelo puso su potente garganta en "Dentro" y no faltaron ni su "Florinda" ni su versión de la "Señora" "serratiana". Aunque no les acompañó "John Wayne" sí que atacaron "Los hombres Bruster" y, poco después de que "amaneciera en Bouzas" junto a Carlos Martos y Joe Tex (en la memoria), se despidieron sirviéndose de la armónica de Rafa Fustes.

Una bonita fiesta que podía haber estado mejor si Madrid dispusiese de salas de conciertos y no se tuvieran que utilizar para estos menesteres discotecas que no cuentan ni con visibilidad, ni sonoridad, ni un mínimo respeto hacia el público que pasa por taquilla sin rechistar.

Jon Menchaca y Miguel de la Varga

 

Los Marañones