La Opinión de Murcia, martes, 16 de noviembre de 2004
Cristina Fernández
Miguel Bañón, Román García y Pedrín Sánchez —o lo que es lo mismo, Los Marañones— han sacado al mercado su séptimo disco, 'El mundo al revés', que llegó a las tiendas el pasado viernes. "Aunque hemos experimentado con otros sonidos, al final ha salido un disco bastante Marañón", asegura el también Lunático Miguel Bañón. "Es algo que nos sale solo —explica—, porque aunque queríamos hacer algo distinto, experimentar, las letras y la forma de tocar no se pueden esconder".
'El mundo al revés' —que ha contado con la colaboración de Carlos Campoy, Joaquín Talismán, Santiago Campillo, Ricardo Perpén, Pepe García, Antonio López, Tico y Fransuá González— ha sido editado por Perdición, del ex guitarrista marañón Joaquín Talismán (quien abandonó el grupo en 2002, dejando en un trío lo que antes fue un cuarteto) y distribuido por Santo Grial. Es sobre todo un disco en el que el grupo murciano ha hecho lo que ha querido. "Nuestra premisa es disfrutar nosotros con lo que hacemos. Nos mantenemos al margen de lo que se lleva, porque hacemos lo que nos apetece. Hemos hecho, como siempre, lo que hemos querido", asegura.
El disco se ha hecho esperar, ya que han pasado casi cinco años desde que Los Marañones sacaron su último trabajo, 'Shangri-lá'. De hecho, 'El mundo al revés' está grabado desde hace dos años (en los estudios SC de Javi Toral), pero se quiso retrasar algo su salida para que no coincidiese en el tiempo con el primer trabajo de Los Lunáticos, grupo que Miguel Bañón ha formado con el ex M-Clan Santiago Campillo.
Durante este largo periodo de tiempo, los componentes de Los Marañones se han dedicado a distintos proyectos, sin abandonar nunca los conciertos en directo. "Me gusta tocar con Los Marañones, porque somo más que un grupo, somos unos amigos tocando", asegura Bañón.
El álbum lo han producido ellos mismos y, según aseguran sus responsables, es fruto de una larga y estudiada elaboración en la que se han ido buscando, canción por canción, los sonidos específicos para que cada tema tuviera una dimensión musical propia. En cuanto a las letras, vuelve a haber de todo. En la guitarrera 'El mundo al revés', que abre y da título al disco, se cuenta una sorprendente metamorfosis; en 'Japón' recuperan el gusto por los viajes a paraísos imaginarios que caracterizaron su anterior álbum, 'Shangri-La'; en 'Bla bla' ironizan con un ritmo hipnótico sobre los discursos vacíos de contenido; y en la desgarrada 'Soy minero' se reconocen, sin perder su sentido del humor, más inspirados por Neil Young que por Antonio Molina.