Efe Eme, nº 14, enero de 2000
Texto: Jam Albarracín
Foto: Curro Gómez
Los Marañones son uno de esos grupos que escriben buenas canciones que se venden mal. Más de una década de carrera y cinco elepés previos nohan valido siquiera para que se les acabe de conocer adecuadamente. Los más piensan que estamos ante una banda de rock inspirada en sonidos negros (rhythm'n'blues, funk...), cuando en realidad las tres fuentes que mayor número de vitaminas aportaron a su dieta influencial —al menos en sus últimos trabajos— no son otras que Beatles, Kinks y Byrds. ¿Qué ocurre, entonces? Pues que los murcianos son un buen grupo pero un mal producto. Muestran abiertamente sus cartas y ni siquiera salen pulcramente despeinados en la foto. Mal asunto para un mundo tan competitivo.
Pero si hablamos de canciones, que es lo que (supongo) cuenta, el asunto pinta diferente. Shangri-la, que así se llama su flamante sexto álbum, muestra el lado más relajado, luminoso, agradable y por momentos inspirado de Los Marañones. "Hemos hecho el disco tal y como queríamos hacerlo. Por primera vez no hemos intentado que las canciones sonasen a Los Marañones sino a ellas mismas tocadas por nosotros. Creo que la ausencia casi total de expectativas ha sido un factor que ha jugado a nuestro favor." Se refieren a la escasa repercusión comercial de su anterior trabajo, Matando el tiempo, y a su posterior salida de Edel. "Creo que fue lo mejor para ambas partes. Les gustaba el grupo pero no sé si realmente llegaron a creer alguna vez en nosotros."
"El proyecto actual no tenía nada que ver con el que había cuando nos ficharon. Ahora tiran más hacia el rock latino." Bueno, rock español me parece una etiqueta muy genérica pero no tan inapropiada para Los Marañones. "De acuerdo, pero nuestras referencias musicales no están en Latinoamérica, ni tampoco en la copla o el folclore español, sino en los Beatles y todo lo que surgió de ahí. Llámalo pop, rock'n'roll o como quieras." Ah, los 4 Fantásticos, influencia nada velada en canciones como "Mis mejores cassettes", donde llegan a cantar una estrofa hilvanado los títulos de hasta seis canciones de los de Liverpool.
La exquisita sencillez de "Cuando quieras regresar" y "El buen valle" (por el momento mis dos preferidas), el apunte de psicodelia casera de "El santo", el intimismo de "Rumbo sideral" (¡Los Marañones haciendo bossa nova!) o el pop radiable de la misma "Shangri-la" son algunos de los más felices momentos de un álbum cuyos títulos y portada (un grabado de Las mil y una noches) parecen remitir a lejanos parísos. "En ese sentido, la más representativa sería "El buen valle." Es una letra inspirada en un relato sufí. Ya sabes, buscas El Buen Valle, la Sangri-la, la meta... Y cuando la encuentras resulta que es exactamente igual que tu ciudad." Bueno, eso suena muy filosófico, Sangri-la sólo existe en nuestro interior. Euhmmm... ¿Los Marañones convertidos a la filosofía zen? "Ja, ja, ja... No, hay bastante de mirada irónica en torno a estos paraísos quiméricos. Lo de la ausencia de fronteras gracias a la comunicación también entra." Un último apunte: ese barco llamado libertad. Sin ira, claro. "Nos planteamos este disco por el mero placer de hacerlo y creo que eso se nota. También influyó positivamente el hecho de que Fino (Oyonarte, bajista de Los Enemigos y responable de Al-kilo, la compañía que ha deditado Shangri-la) nos dijese que estaba dispuesto a publicar cualquier cosa que grabáramos. Creo que, inconscientemente, es nuestro disco más libre." Pues lo cierto es que se nota. Considerablemente y para bien, además.