LP 33 rpm
Discophon SC 2306
1978
Emilio "El Moro" en persona con el acompañamiento de su guitarra y el público del teatro
Señoras, señores, buenas noches, buenos días, buenas tardes, buenas madrugadas, según a la hora que escuchen ustedes el disco. Soy Emilio el Moro, vuestro gran admirador.
Este disco está dedicado exclusivamente al chiste corto, al chiste largo, pero sobre todo a demostrarle a todos ustedes que el chiste es del pueblo. Por eso el chiste es rico y el chiste es pobre. Escuchen ustedes, para que vean ustedes que llevo razón.
Digo esto porque esta mañana fui de compras y le dije al dependiente: "Oiga usted, señor, ¿tiene usted camisas como ésta que llevo yo puesta?" Dice: "Sí, señor, pero más limpia".
¿Ven ustedes como es así? Al salir de la tienda, porque mi mujer lo cumple todo siempre el mismo día: el 12 de octubre. Es santo y cumpleaños. Y le compré un collar. Y al salir de la tienda me preguntó un amigo que me encontré: "Hola, Emilio, cada vez que me alegro te veo, ¿de dónde vienes?" Digo: "Mira, de comprarle un collar a mi mujer". Dice: "Yo a la mía la llevo suelta".
Luego en otro, en otro establecimiento había un señor comprando unas medias, y le dice el dependiente: "¿De las caras o para su señora?"
En el metro y en los pasos de peatones se escuchan muchas cosas graciosas también. Un día escuché a un señor que le decía a su amigo: "Oye, Antonio, tu mujer nos está engañando a los dos".
Los niños me encantan, y por eso les voy a contar un cuento. Antes del cuento les voy a decir esto que me dijo un niño: "Emilio el Moro, Emilio el Moro, ¿si un hombre te dice idiota, si un hombre te dice idiota, tú qué es lo que haces?" Digo: "Pues según la medida que tenga".
Bueno, pues el cuento que les voy a contar es muy bonito, es muy bonito. Verán ustedes como les va a gustar, sobre todo a los niños, que me encantan. Y empieza así:
Era una linda princesa
que andando, andando, andando,
tropezaba con sus trenzas.
Iba por el bosque cantando aquella cancioncita de todos los cuentos:
La la ra, la li la,
la la ra, la la ra, la li la.
Y le sale una voz por el bosque que le dice:
—Princesa, princesita.
—¿Quién me habla por estos alrededores tan verdosos y tan solitarios?
—Soy yo, la ranita.
—¿Y dónde te encuentras, que no te encuentro?
—Estoy aquí, junto al mismo borde de tu pie derecho, según miras para abajo, a la derecha.
—Mira, por poco te piso. Qué colores tienes. Toma, sube, a la palma de mi mano, súbete, súbete, ahí, despacito. Bien, eso es. ¡Qué colores más bonitos tienes, ranita!
—Si yo no soy la ranita, soy el guardabosques
—¿El guardabosques?
—Sí, es que estoy encantado.
—¿Y qué puedo hacer para ayudarte?
—Pues méteme en tu pecho y me desencanto.
Y entonces, queridos amigos y amiguitos, la princesa se metió la ranita en el pecho y ahí se acabó el cuento.
Bueno, ahí se acabó el cuento que le contó la princesa al príncipe cuando la cogió con el guardabosques.
¿Os ha gustao el cuento? Bueno, pues hay muchos más.
En un circo en Londres, porque yo voy a Londres muy a menudo, vi a un señor meterse en la jaula de los leones. Le pregunté: "¿Es usted el gran domador Wilson?" Y me contestó: "No, señor. Yo soy el que le peina las melenas a los leones y le limpio la dentadura".
Bueno, pues siempre que voy a Sevilla, como ustedes saben yo voy continuamente, dando vueltas, y la primera vez que intenté subir a la Giralda, a la mitad del camino descansé un rato con la lengua fuera. Bajaba una señora con el cigüeñal puesto, ya preparada para... O sea, en cinta magnetofónica. Y le pregunté: "Señora, ¿queda mucho?" Me dijo: "Dos meses". Y le dije a mi hijo: "Ves tú, no se puede subir. Aquí no se llega nunca".
Cuando bajé me dice el portero que estaba abajo: "Qué corbata más bonita lleva usted". Digo: "No, si es la lengua".
¿Y los niños? Con los niños me río yo mucho. Dicen cada cosa más bonita. Se lo voy a explicar, las cosas que me ocurren con ellos. Un día le pregunté a un niño de cinco años que de dónde eran sus padres. Me dijo que su madre era de España y su padre de Málaga.
Los niños están hartos de que se les pregunte siempre lo mismo: "¿Cómo te llamas? ¿Qué edad tienes? ¿Te quieres quedar conmigo? Dame este juguete para mi niña". Yo creo que a los niños hay que hablarles de otra forma. Por ejemplo, si hace deporte, si sabes nadar. Un día le pregunté a uno: "¿Tú sabes nadar?" Y me contestó: "Yo sí sé nadar porque, yo sí sé nadar, pero que ayer me tiré al agua y me ahogué y no lloré".
Este niño tiene una madre muy graciosa. Lo sabe hacer todo y no sabe hacer nada. Un ejemplo, me pone un poquito de café y le digo: "¡Qué café más rico, Matilde! Sabe a té". Dice: "Te equivocas, porque es chocolate".
Para el santo de mi Pilu le compré en una joyería un reloj muy pequeñito. Creí que me habían engañao, pero me convencí de que no, porque con lo chiquitito que era le llevaba una hora al de la Puerta del Sol.
Como era sábado por la noche, y como es natural, me encontré a un borracho. Le dije: "Qué buena borrachera llevas". Y me dice: "¿Usted ha dicho? Bueno, pues ahora voy, voy a mi casa y mi mujer le pone faltas".
¿Os acordáis de aquel amigo que yo tenía tan gracioso que se llamaba Nicolás? Pues el día que se murió lo sentí tanto que todo lo puse de luto en casa: las sábanas, las almohadas, las toallas, las paredes. Hasta un canario que tenía lo cambié por una golondrina.
Al salir de los toros un día también me encontré a un borracho en el suelo diciendo: "Le doy mil pesetas, le doy mil pesetas al que me lleve a mi casa". Y pasó otro más borracho que él y le dice: "Qué lástima de jornalito que me estoy perdiendo".
Pues éste que acaban ustedes de escuchar se llama Lorenzo. Casi más gracioso que Nicolás. ¡Me contaba unas cosas! Dice: "Mi mujer es, mi mujer es muy ahorrá. Mía que ahorra mi mujer. En, en la vida, en la vida, siem-, siempre me pone los pescuezos de las gallinas, las patas de los cerdos, las alas de los pavos..." Y cuando yo fui con él a su casa, dice: "María, que traigo a Emilio a comer". Y puso lo mismo, los pescuezos de las gallinas, las patas de, de los cerdos, y le dice este hombre a la mujer: "Pero, María, ¿cuándo le voy a ver yo el cuerpo a estos animalitos?"
La mujer es que estaba harta de él, de verdad, porque además le pegaba, y eso, eso se lo quité ya últimamente yo. Le pegaba. Pero lo quería mucho, la mujer quería mucho a Lorenzo. Una vez Lorenzo se quiso ahorcar, para asustar a la mujer, más que nada. Puso la cuerda en la buhardilla, en la viga, y en vista de que la mujer no subía, pues se fue al bar. Se emborrachó otra vez y cuando llegó, le dice la mujer: "Oye, ¿lo que has puesto allí arriba te va a servir o lo quito?"
Ya ves si tiene gracia este hombre, porque es del pueblo este... ¿cómo le llaman, que no me acuerdo? Villatortas de la Calzada. Ahí, el pueblo ese tiene una gracia... Las fiestas, las fiestas las hacen en los días 31, 32 y 33 de febrero, en honor a su patrono. Y los bandos que ponen ahí para las fiestas, yo tengo dos o tres programas, que los quiero publicar en mi libro de chistes que voy a hacer ahora, y dice:
"Día 31, a las 6 de la mañana, si hace sol, gran diana por la banda de bizcos de la localidad, Los Soporíferos, que recorrerán las calles quitando las piedras para que no tropiece la procesión. Se ruega a la gente que no tiren las botas y el calzado usado al pozo porque luego las medicinas saben a cuero. Los niños no deben de meterse los cohetes en la boca porque este año estallarán. Y el único que podréis insultar será al alcalde. Habrá carretas y carretones en la fábrica de bastones. Y carreras de sacos por las tapias del cementerio. Y al final se rifará una gran locomotora de la [...] fábrica de la localidad".
Ya ven ustedes si tiene esto gracia. Bueno, pues el alcalde es jorobaíto, multimillonario, por eso dice que no le importa, se pega una vida, se va pa arriba, se viene pa abajo, el último tango. En las fiestas, el día 33 de febrero, dice Lorenzo, pilló una borrachera de las que pilla él, que en vez de "cuatro" dice "trapo", y se cayó de espaldas, como una cucaracha empezó a dar vueltas, y su compadre, que también tiene mucha gracia, dice: "A éste lo cojo yo como un trompo".
Pues me sigue contando Lorenzo, me sigue contando Lorenzo de que resulta de que cuando lo cogió, dice: "Fíjate, en vez de cuarenta vueltas has dao diez na más, menos mal que te he cogío a tiempo. Pero se te ha pinchao la joroba. De pararse nada, esto hay que ir al médico. Y tu mujer veremos a ver cómo se la arregla ahora pa plancharse, pa plancharse la chaqueta con un cántaro. Tú tienes que ir al médico, porque el médico ha estudiao, pa vivir. Y cuando te mande las medicinas, tú te vas a la farmacia, y el farmacéutico te da las medicinas, porque ha estudiao pa viví. Y cuando tú cojas las medicinas, las tiras. Porque tú no has estudiao, pero tienes derecho a vivir también".
Y llegó el médico. Y el médico precisamente me contó esto a mí. Que lo curó, que lo puso bien y que tal. Y me contó que una marquesa llegó y lo mandó llamar. "Señora marquesa, ¿me quería usted para algo?" "Sí, mire usted, el niño, que yo no sé lo que tiene, que está... ¿Por qué no lo purgamos?" "No me hable usted de purgas, señora. Eso es muy antiguo. Este tarro. Mañana vengo yo". Al otro día: "El niño sigue igual, doctor, ¿por qué no lo purgamos?" "Que no me hable usted de purgas. Estas pastillas. Mañana vengo yo". Y al tercer día, estaba el niño jugando en el jardín, y dice el médico: "¿A que me lo han purgao?"
Pues pasando a otra cosa, señores, el mundo, como ustedes saben, anda loco. El mundo, lo que es la bola. Yo creo que la mitad del mundo no sabe lo que dice y la otra no sabe lo que escucha. Hoy la gente tiene la cara, en vez de estar contento, porque va subido en un coche, está sentao tranquilamente, lo lleva a todos sitios, ¿no?, tiene la cara como un pie descalzo. Aquello era muy bonito, "Sonría, por favor". Esta mañana había una familia con los niños y con la puerta abierta y le dije: "¡Cierra la puerta!" Y me dice el tío: "¡Y yo en la tuya!"
O sea, que no se le puede hablar a nadie.
En un bar, me estoy tomando una copa y llegó un señor y pidió una ración de gambas con chocolate. Qué asco, ¿verdad? A mí me gusta mucho la leche condensada con anchoas, pero, ¿gambas con chocolate? ¿Hasta dónde vamos a llegar?
Es que la gente anda loca, no saben lo que comer. Piden, piden unas clases de comida que... En el restaurante ustedes saben que hay cola, na más que en los restaurantes, y sobre todo los domingos. Pues yo estaba sentao en una mesa y llegó un señor y me dice: "¿Me da usted su permiso?" Digo: "¿Pa qué?" Dice: "Pa sentarme aquí". Digo: "Pues siéntese". Y pidió cuatro pollos, siete platos de callos, ocho cabezas de cordero, cuatro flanes, catorce plátanos, una copa de coñac y un café.
Y le dice el camarero: "Oiga usted, señor, usted sería tan amable de pagarme, porque ahora viene el relevo de los camareros y yo me tengo que marchar para mi casa". Dice: "Pues lo siento, pero no tengo una gorda". Dice el camarero: "Anda ya, eh". Dice: "No, no, que no tengo nada". Dice: "Hombre, si se ha comío usted la tienda". "Pues no tengo dinero". "Mire usted que yo llamo al dueño ahora mismo". Dice: "Pues llámelo usted". Llegó el dueño, dice: "¿Qué me dice este hombre? ¿Que no tiene usted nada?" Dice: "Bueno, nada no, hasta hace poco tenía hambre, ya ni eso".
"Pues mire usted que yo llamo a un guardia ahora mismo". "Pues llámelo usted". Como a esa hora los guardias también tienen que comer, pues ni un mísero casco por la calle. Y llega este señor y dice: "Bueno, mire usted, los negocios me marchan muy bien y no quiero jaleo. Márchese de aquí. Pero hágame usted un favor". "¿Qué favor?" "Pues que lo que ha hecho usted aquí, que lo haga usted ahí enfrente". Dice: "Si ahí enfrente me han mandao aquí".
Pues salí del restaurante y me encontré a un amigo. Qué alegría, señores, da de ver a un amigo que hace muchos años que, que no se ve. Hasta inclusive me dijeron que había muerto. Nada. Estaba tan vivito y coleando. Y allí lo vi. Y él me vio a mí, y nos vimos los dos y me dice: "Mira, Emilio, ya nos hemos visto". Digo: "¿Has visto? Pues pa que veas". Digo: "Hay que ver, siempre nos estamos viendo". Digo: "Pero, chiquillo, ¿tú qué haces aquí?" "Pues, mira, que estoy haciendo edificios y cosas". Digo: "¡Hala! Tú también andas haciendo casas y..." "Yo sí, hombre, estoy haciendo una casa, pero no te vayas a figurar tú que estas casas que yo estoy haciendo son como las que hacen, que se entera el vecino de lo que tú hablas y la televisión la escuchas y el otro se la ahorra. No, no, no, aquí no. Yo las casas que estoy haciendo las estoy haciendo a conciencia". Y dice: "No, vente pa acá". Y me llevó a su, al edificio que estaba haciendo. Dice: "Ponte ahí detrás del tabique". Y me dice: "Emilio, ¿me oyes?" Digo: "Y te veo".
Digo: "Lo que siento es un cosquilleo en la planta de los pies desde que he llegao aquí". Dice: "Bueno, es que están pintando los techos de abajo y por eso será".
Total, salimos de la casa, nos fuimos a tomarnos un whisky de Huesca, y le digo: "Bueno, y los niños, ¿qué? ¿Cuántos tienes?" Me dice: "Cuatro. Ahora, estoy contentísimo con el Manolín, el Manolín este lo firma to". Dice: "Pero él quiere pluma. Fíjate si el niño, que tiene ahora mismo 18 años, él no quiere bolígrafo ni na, ¡pluma na más! Y to lo firma él. Los pagarés, lo de siempre, y en el banco están locos. Y venga a firmar, venga a firmar". Digo: "Pero no me engañes a mí, hombre, que yo te conozco. Si los otros días vi a tu hijo por la calle con una garrafa al hombro". Dice: "Iría a por tinta".
Mira cómo se me ponen los pies
ca vez que me acuerdo,
que me trajiste andando
de La Coruña a tu pueblo,
atravesando pinares,
montañas y riachuelos,
y caminos vecinales,
carreteras y senderos.
Bajando por la montaña,
llegando ya casi al pueblo,
se me cayeron las uñas,
toas las uñas de los dedos.
Con los pies llenos de llagas,
y faltándome el aliento,
tú me cogiste del brazo
y yo te agarré del pescuezo,
te saqué la lengua fuera,
huy, por lo menos doce metros,
y te dije un disparate
que ni recordarlo quiero.
Tú crees que yo soy como un camello,
hice el camino sediento,
y ni siquiera te dignaste
a convidarme a un refresco.
Ahora que tú me las pagas,
ay, si me las pagas.
En cuanto que llegue al pueblo
me acordaré de tu padre
como te lo estoy diciendo.
Y dices que me querías
porque era un muchacho apuesto,
y tu maldad te ha llevao
a dejarme medio muerto,
así que hemos terminao,
y ya se acabó lo nuestro.
Tú te quedas con tu madre
y si no con tos tus... ¡CORTEN!
Estas carcajadas que me recuerdan, señores, el verano pasao en la playa, que habían tres mariquitas bañándose y uno se estaba ahogando. "¡Ay, la Antonia! ¡La Antonia se ahoga, sacadla! ¡Vamos, venga, hazle palanca! ¡Con los brazos! ¡Pa arriba! ¡Pa abajo!" Y el mariquita no hacía na más que echar, como una ballena, agua por la boca y agua por la boca, hasta que se dio cuenta uno y le dice: "¡Pero sacarle el trasero de la orilla, que hace bomba!"
En una barbería me estoy afeitando y llega un señor con un niño. Le dice al barbero: "Buenas". "¿Qué va a ser?" Dice: "Lo que usted quiera, un cafelito". "No, no, que qué va a ser". "Ah, pues nada, que me tiene usted que lavar la cabeza, me tiene usted que esollar, me tiene usted que la barba, en fin, me lo tiene usted que hacer todo". "¿Sí?" "Sí". Cuando ya terminó dice: "Mire usted, maestro, me voy a ir yo a mi casa porque se me ha olvidao el dinero, pero aquí le dejo el niño, vaya usted arreglándolo". Este hombre tarda un cuarto de hora, media hora, dos horas, y le dice el barbero al niño: "Niño, ¿y tu padre? ¿No viene o qué?" Dice: "Si ése no es mi padre. Es un señor que me he encontrao por la calle y me ha dicho: 'Niño, ¿te quieres pelar gratis?"
En las barberías se escuchan cosas también muy graciosas, porque es que resulta de que llegó uno, dice: "Oye, Pepe, ¿qué te parece Agustín, que se fue a América con unas alpargatas y ha venido con treinta millones". Y dice el otro: "¿Pa qué quiere ese tío tantas alpargatas?"
Emilio "El Moro" en persona con el acompañamiento de su guitarra y el público del teatro
Una mujer que lloraba,
una mujer que lloraba
la muerte de su marido,
y en el bolsillo llevaba
la carta de su...
Ay, qué malas son las mujeres.
Sí, señores, esto le pasó a un amigo mío, que llegó a su casa, dice: "María, que yo no fumo y aquí huele a puro, ¿qué pasa? ¿Me estás engañando?" "Pero, Ramón, ¿otra vez con los celos?" "¡Que no es celo, hombre, que ahora mismo le pego fuego a la casa!" Y sale una voz del armario que dice: "¡El armario rápido por el balcón!"
En un cuartel que hay un soldao que está llorando en la fuente, la fuente del cuartel. Se acerca otro y le dice: "Juan, ¿qué te pasa?" Dice: "Mira, que se me ha muerto mi padre". Dice: "Oye, como que esta fuente tiene mala sombra. Ayer vine yo, y se me perdió el tapón de la cantimplora".
Le dice al capitán un soldao: "Eh, mi capitán, ¿me da usted permiso para ir a ver a mi madre?" Dice: "¿Con qué objeto?" Dice: "Con una bicicleta que me deja un amigo mío".
Y las exageraciones, las exageraciones de los andaluces. Me dice uno esta mañana: "Emilio, ¡qué paella no nos habrán puesto, que na más que de perejil dos millones de pesetas!"
"Papá, he visto una mujer más alta que la Giralda". Dice el padre: "¡Te he dicho cien mil millones de veces, niño, que no exageres!"
De toros. Un picaor, que lo tira el caballo, y los monosabios lo ponen del revés, y le dice uno del tendío al picaor: "¡Al toro, que es una mona!" Dice: "¿Una mona, y se ha comío medio caballo?"
Un padre recibía de su hijo, que tenía veinte años, de vez en cuando una carta diciendo: "Papá, Bilbao, cuatro vueltas al ruedo. Sevilla, tres vueltas al ruedo. El día 25 en Madrid". Dice: "Pero, ¿que mi hijo es torero? Pero, ¡hay que ver! Pero, ¿cómo es posible esto, eh? Y además me lo dice también que está con Antoñito, que están los dos juntos, que se llevan muy bien. Seguramente será el peón de confianza, o el mozo espá. Ah, pues, vamos, María, vamos a ir a ver al niño que torea en Madrid". Llega el padre a la plaza de toros y se encuentra al amigo del hijo. "¿Y mi niño? ¿Qué? ¿Cómo está?" Dice: "Ya le hemos dao cuatro vueltas al ruedo, mire usted, Don Miguel, hemos vendío dos camiones de cerveza".
El día de la Mercé, en la cárcel de Carabanchel, nos llevaron a varios artistas, y a mí me dijeron que fuera a cantarle allí a los presos, y yo con mucho gusto pues fui. Al entrar me dice el guardia que estaba en la puerta: "Adiós". Digo: "Adiós no, hasta luego, que yo vengo aquí a cantar y voy a irme enseguida". Cuando entré estaba el cura hablándole a los presos, y les decía: "Queridos hermanos, amaos los unos a los otros". Y sale una voz de un rincón que dice: "¡Pero si no nos dejan!"
El nombre de la suegra siempre hace gracia, yo no sé por qué. La gente no tiene en cuenta que nuestras madres son suegras también. Yo quiero mucho a la mía. Yo conozco a una, que ésta yo creo que es por lo que vino el lío, que les voy a poner como ejemplo. El yerno, que es muy amigo mío, muy trabajador, muy honrao, muy buena persona, se llama Gracia. Tiene nombre de propina. Bueno, pues en vez de despertarlo por la mañana, como todo el mundo lo hacemos. Los niños, las ocho: "Niños, al trabajo, niño, que las cabras van pa'llá". Ella no. Patás en los riñones, tirones de pelo.
Y lo cochina que es, la tía. Qué asco. La cosa es que se lava to los días, lo que es que nunca cambia el agua. Eso es un lío. Se mete en el wáter y se salen las ratas a tomar bicarbonato. Es muy cochina.
Una vez le digo: "Catalina", porque se llama Catalina, es la única Catalina que no ha ido a la fuente. Y digo: "Ya le van saliendo las canas". Dice: "No son canas, son liendres". Qué tia...
Pues yo le regalé una pastilla de jabón del lagarto, el año pasao. Este año he pasao por allí, por su casa, y estaba la pastilla entera, pero sin el lagarto. Hasta el lagarto se había aburrío de no servir.
Señores, si se limpia el pompi con el mantel de la mesa y le dice a la gente que es quemao de la plancha. Es muy cochina.
Una vez le regalé en una verbena un clavel, se lo puso en la cabeza y le agarró.
Pues como digo con el yerno tengo negocios, entre ellos una barbería también, y cuando fui a hablar de los negocios, no me acordaba yo dónde vivía en el barrio aquel y le pregunto a un vecino, digo: "Óigame usté, ¿Catalina dónde vive?" Y me dice el vecino: "Pues mire usté, sigue usté esta calle recto y el mismo olor lo lleva". Y di con la casa, tranquilamente.
Y entonces estuvimos hablando con, con el yerno, y dice que a la barbería que iban muy pocos clientes, porque éste pegaba cada corte. Y encima le daba, cuando terminaba de afeitar un hombre, le daba un buche de agua, y si no se le salía le decía: "Hale, que esto está arreglao". Cortaba mucho, sobre todo a los viejecitos los descuartizaba. Digo: "Chiquillo, pero ponle, ponle a los viejecitos sobre todo, ponle una bola de madera". Y con eso le iba muy bien. Una vez se metió un viejecito, dice: "Aféitame. Y esta bola, ¿pa qué es?" Dice: "Pa que no lo corte, pa no cortarlo". Y dice: "¿Y si me la trago?" "Pues me la trae usté mañana, como hacen todos".
Es que tenía allí, me daba mucho miedo, porque tenía una vitrina grande, con siete u ocho cabezas, y digo: "Oye, ¿y esto qué es?" Dice: "Pues mira, trabajillos que se me echan a perder".
Pues salimos de su casa y nos fuimos a tomarnos una copa y me estuvo explicando que le habían pegao una guantá hacía dos días. Digo: "Pero, ¿por qué? Algo habrías hecho tú". Dice: "¡Yo, qué va, hombre! Le pedí fuego a uno, me pegó una torta, pero, ¿tú te crees que hay derecho?" "Pero, ¿qué hiciste tú?" "Yo no, cuando le devolví el puro, le di una chupaílla y un beso en el bigote, pero, ¡no creo que sea pa tanto!"
Luego me estuvo contando él de otras cosas, porque tiene mucha gracia, y dice que llegó un señor, un mendigo, y le dijo a un señor: "¿Me da usté un duro, amigo mío?" Dice: "Ninguna de las dos cosas, porque ni usté es amigo mío ni tengo una peseta".
Los chistes, como siempre digo, salen así. Una vez le dije a un señor, digo: "¿Tiene usté una cerilla ahí, por casualidad?" Dice: "No, señor, por casualidad no, porque he comprao una caja esta mañana".
¿Y qué me dicen ustedes de los cazadores? Yo siempre los comparo con el parchís. Sí, porque matan uno y cuentan veinte.
Había un cazador amigo mío que me contó que iba, que iba cazando una perdiz, dio un tiro y la perdiz pa abajo, este hombre corriendo, la va a coger y la perdiz pa arriba otra vez, otro tiro, la perdiz pa abajo, la va a coger otra vez, pa arriba, y así nueve horas. Por fin se echa encima de una piedra, dice: "Matarte no, pero de España te echo por la gloria de mi madre".
Pues se parecen mucho los cazadores a los pescadores. Aquí en el muelle de Barcelona estuve una vez viendo de pescar, porque yo siempre pesco con veinte o treinta cañas, sí, porque me divierto más viendo que pescando, y así me ahorro el transportarlas. Pues resulta de que le digo a uno: "Bueno, usté lleva ya dos horas ahí con la caña metía. Se la habrán comío, ¿no?" Dice: "¿El qué?" Digo: "La carnada". Dice: "¿Qué carnada?" Digo: "Hombre, usté le habrá puesto un poquito de sardina, una gamba, algo, ¿no?" Dice: "¡No! Yo le pongo un duro y que se compren ellos lo que quieran".
Y ahora, pasando a otra cosa, señores, el español en Madrid, y sobre todo por la noche, le encanta tocarte el pito. Perdón, el claxon, el claxon. De esto yo puedo hablar mejor que nadie puesto que vivo donde ustedes tienen su casa, en Fuencarral 101. Precisamente encima de una fístula. La gente le llaman drugstore, pero si yo le llamo fístula es porque no se cierra nunca. Los coches pitan tan fuerte que me levanté una noche para hablar con la policía que está siempre en su coche de patrulla. Le pregunté a un guardia muy simpático: "Oiga, agente, ¿por qué pitan los coches?" "¡Hombre! ¡Porque están bien de batería!" "Pero, existe la ley del silencio, ¿no?" "Sí, pero no la respeta nadie, y nosotros menos. Ya ve usted la que formamos con la sirena y usted mismo con las voces que está pegando. Y si le pongo el caso de los bomberos, ¿qué me dice?" "Pero eso es de tarde en tarde, hombre, y según las bombonas que exploten. El caso es que los coches no me dejan dormir". "No, perdón, usted dice los pitos. Porque cuando un coche se meta en su casa y lo moleste, nos llama usted, que para eso estamos nosotros". "¿Para qué?" "Para marcharnos a casa a descansar, que también tenemos derecho, y mandar a todos a hacer puñetas".
Total, que en el manicomio o en el cementerio es donde está uno mejor.
Bueno, y ahora pasando a los Reyes, ¿qué tal? Aunque esté aquí en conserva, os pregunto a todos los niños que me escucháis que qué os han regalao los Reyes. A mí me han regalao muchas cosas, ¿eh? Yo me alegro mucho de que estéis muy contentos todos, porque estos Reyes también me he divertido mucho. Verán ustedes qué sorpresa me llevé.
Ocurrió en Sevilla. Yo tengo una compañera del teatro allí y resulta que fui a verla. Es viuda, y por eso fui. Y no estaba ella en casa, habían cuatro o cinco niños, entre ellos una niña, y sobre todo había uno que tenía unas gafas de éstas gordas, con pecas. A mí el niño este me mosqueaba mucho. Y entonces dice: "Oiga usted, la señora Antonia no está. Si quiere usted esperarla..." Digo: "Sí". "¿Cómo se llama usted?" Digo: "Pues, mire, soy Emilio el Moro". "¡Ay, qué alegría, qué bien! ¡Cuéntenos usted un cuento! ¡Cuente usted un chiste! Y cuéntenos usted sobre todo lo de los Reyes, que es que estamos aquí liaos, no sabemos lo que... cómo son los Reyes". Y, los Reyes, yo le expliqué a estos niños, lo que son los Reyes. Lo que nos han dicho siempre nuestros padres. Los Reyes son reyes, pero se ponen chiquititos, se ponen grandes, suben por los balcones, dejan los tambores, dejan las cosas, y por fin, por la mañana ya amanecen todos los juguetes en las casas. Cuando estaba contando esto se apagó la luz, y me dice el niño, el niño de las gafas: "No se preocupe usted, señor. Esto es falta de fuerza hidráulica por incapacidad cúbica en el líquido elemento empantanado. Sígame usted hablando de los Reyes". A mí se me puso la cara colorá como un tomate verde. Por fin vino la luz y vino la señora. "¿Qué hay, Emilio? ¿Cómo estás? Perdóname, que es que se ha muerto el marido de abajo y le he tenío que ayudar a la señora". Digo: "Vaya, menos mal, que me has salvao". Y me dice el niño: "No se preocupe usted tampoco. Hasta que no se encuentre la piedra filosofal que garantice la eternidad física humana no tendremos más remedio que morirnos todos. Sígame usted hablando de los Reyes". Luego me enteré de que era un sabio alemán liliputiense que estaba allí realquilao.
Pues a los dos meses me enteré de lo que ocurrió en aquella casa con la muerte de aquel hombre. Este señor, que se llamaba Andrés, que es el que murió, que ahora ya ha muerto de verdad, pues resulta que se llevaba muy malamente con la mujer, y llegó a su casa: "¿Qué hay de cena?" Dice: "Pues, hay huevos". Dice: "Bueno, me voy a comer un huevo". Y dice la mujer, de éstas mandonas: "Tú te vas a comer dos". Y él: "Yo me voy a comer uno, María". "Tú te vas a comer dos". "¡Que me voy a comer uno!" Le da el ataque y este hombre muere. Y resulta de que le dan la noticia a Ironside, que vivía arriba. Bueno, un señor que estaba como Ironside. Le dan la noticia y dice este hombre: "Ya lo ha matao, ¿verdad? ¿No te lo dije yo? Si es que muy mala esta mujer. Si es que, es que no se pue vivir con esa mujer". Y le dice el niño mayor, en este caso ya a Ironside: "Papá, ¿quieres que te lleve en brazos? Porque es el primer piso, y pa no bajar con... ¿eh? Yo te llevo y tú lo velas". "Sí, anda, llévame". Total que lo sentó al lado de Andrés, el fiambre, y a las cinco de la mañana, como a este hombre le dio un ataque epiléptico, pues resulta de que volvió en sí, y como tenía los huevos en la cabeza, pues seguía lo mismo: "¡Yo me voy a comer uno!". Ustedes calculen en un velatorio esto, el último salió el primero, y el pobrecito Ironside allí, mirando al otro sentao con el pañuelo en la cara, dice: "Bueno, tú te vas a comer uno porque yo no tengo aquí mi carrito, si no, te ibas a comer lo que yo sé".
Donde yo me divierto mucho es en las audiencias públicas. Me encanta ir, porque siempre se sacan cosas para el chiste, para reírse, para, para vivir. Yo asistí una vez a una audiencia de éstas y resulta de que el juez era tuerto. El abogao defensor tenía una sortija de oro en la mano derecha y además le estaba grande. La sortija pesaría aproximadamente cuatrocientos gramos. Y dice el abogao defensor dirigiéndose al jurado: "Señores del jurado, se acusa a mi patrocinado de haber robado la mísera, irrisoria y corta cantidad de treinta millones de pesetas. Pero fijarse bien pa quién robó: ¡Pa su madre!" Y al decir "¡Pa su madre!", con la mano también, se le escapó la sortija, le pegó al juez en el ojo bueno, el juez tocó la campanilla, y dice: "Se acabó la vista, señores".
Luego asistí también a otro, que también tuvo mucha gracia. El abogao. Ahí entré cuando estaba el abogao diciendo: "Señoras, señores del jurado, mi patrocinado ¡es inocente!" Y dice el acusado: "Entonces, ¿me puedo quedar con el reloj?"
Luego yo me hice muy amigo de este, de este abogao, que me llevó a una cátedra que tenía su tío, y este señor, el catedrático este, no digo su nombre, pues es muy repipi. A mí me... a mí me encanta oírlo, pero... no se debe de hacer así, porque tenía estas costumbres. O sea, en vez de decirle, por ejemplo, a un alumno: "Nene, dile al camarero que venga", o: "Tráeme un café". No. "Caballero alumno, levántese del sitio que ocupa y oprima el botón para que a su sonoro tintineo acuda el hombre a servir, vulgo bedel". Así era este hombre. Y como nosotros los andaluces tenemos tantos refranes, pues cuando ya nos hicimos amistad, dice: "Mira, Emilio, los refranes hay que cambiarlos. Hay que cambiarlos porque siempre no se van a ser iguales. Y al mismo tiempo, es más señorial, más elegante, más bonito. Tú, por ejemplo, ¿cómo dices? 'Cuando el diablo nada tiene que hacer, con el rabo mata moscas'? Eso es muy vulgar. Se debe de decir de esta forma: 'Cuando el ángel exterminador no tiene nada digno en qué ocuparse, con el apéndice terminal elimina dípteros'. Es más elegante y más bonito. Dicen: 'Más vale pájaro en mano que ciento volando'. No, señor. Eso es muy vulgar, no se puede decir así. Se puede decir de esta forma, que es más elegante: 'Vale más volátil dentro de la cavidad metacarpiana que la primera potencia de diez pululando por la atmósfera'. 'Al perro flaco todo son pulgas'". Él mismo me decía: "¿Tú cómo dices aquel refrán tan antiguo también? 'A caballo regalado no se le mira el diente'". Pues él dice: "'A solípedo donado no se le periscopea el incisivo'. 'Quien con niños se acuesta...'" Esto sí, lo tengo que cortar, porque ustedes ya lo dicen. Sin embargo él lo puede decir entero: "'Quien con niños se acuesta, incrementado alborea'".
Sin embargo dice que el único, el único refrán bonito que tiene y bien es: "El hombre y el oso cuanto más feo más hermoso, porque el hombre que en su faz hermosura lleva o es un Sofía o un Genoveva".
Noche oscura y tenebrosa,
tan achispado iba Antón,
que pegó un tropezón
en las cumbres borrascosas.
"¿Quién se cayó?"
Y sobre los muros de un convento resonó el eco:
"...yo..."
"¡Mientes, que he sido yo!
Y si el casco me rompí
tendré que gastar peluca".
"...luca..."
"No soy Lucas, amigo mío,
soy el señor [...] Antón".
"...antón..."
"¿Me conoce ese tunante?
Pues espérate un instante
y conocerás mi navaja".
"...vaja..."
"Bajaré con mucho gusto,
¿qué te crees? ¿Que me asusto?
Al contrario,
más me exalto".
"...alto..."
"¿Se cree ese fiel malvado
con mil duros que he ganado
hacer de cayao un marchito?
¿Que calle yo? ¡Miserable!"
"...able..."
"Vaya, que no hablaría,
y hasta que mi boca impida
con un acero taladre".
"...ladre..."
"¿Que ladre yo,
es que soy algún perro?
¡Créeme que al oírte me aburro!"
"...burro..."
"¿Burro yo? Pero, ¿quién eres,
dulce embeleco?"
"...eco..."
"¿El eco?
Entonces, adiós".
LP 33 rpm
Discophon SC 2332
1979
(Emilio Jiménez/Juan J. Umbert)
Auf Wiedersehen, my Liebe,
Auf Widersehen, my love!
Conocí a dos alemanas
en las playas de mi Cai,
como a mí no me entendían
les dibujé en un papel
dos colchones y una cama
y el cuarto de baño al lao.
Jolín con las alemanas,
me soltaron un sopapo
que me dejaron doblao.
Auf Wiedersehen, my Liebe,
Auf Widersehen, my love!
Me decían con sus gestos
que allí no podía ser,
y las dos me daban besos
repitiendo: "Auf Wiedersehen!"
Ya solito me he quedado,
con más ganas de mujer,
que me compré una revista
llena de bellas mujeres
que hace al pulso enloquecer.
Auf Wiedersehen, my Liebe,
Auf Widersehen, my love!
Me enamoré de una de ellas
y pa Alemania me fui,
pero dijo su doncella:
"Mi señora es travestí".
Desconcertado y perplejo,
ahora me encuentro en Madrid,
y mirándome al espejo
pienso que no perdí el tiempo
ya que me he encontrao allí.
Auf Wiedersehen, my Liebe,
Auf Widersehen, my love!
Auf Wiedersehen, my Liebe,
Auf Widersehen, my love!
Auf Wiedersehen, my Liebe,
Auf Widersehen...
(Emilio Jiménez/Juan J. Umbert)
La ternura,
la ternura es la semilla de una sonrisa
que da el fruto de una lágrima.
Escuchemos al poeta
con este ritmo tan vacilón
recitando emocionado
lo que va saliendo de su inspiración.
Si tú tienes un telar,
yo tengo una tejería,
si tú tejes de noche,
yo también tejo de día.
Un viejo de ochenta años
y una vieja de ochenta y dos
juntaban sus barriguitas
y daban gracias a Dios.
Ay, qué pícaro es el moro
con su carita de bonachón,
va largando sus versitos,
pero to lo dice sin mala intención.
Con esta camisa rosa
y ese pelo tan rizao,
a lo mejor por la calle
te toman por afeminao.
Moro, moro, moro, morito.
Yo no soy afeminao,
ni creo que lo seré,
pregúntaselo a tu hermana,
que ayer se lo demostré.
Ay, qué pícaro es el moro
con su carita de bonachón,
va largando sus versitos,
pero to lo dice sin mala intención.
A un piloto de la Iberia
que se equivocó de ruta,
el pasaje le decía
que era un hijo sin suerte.
Si los cuernos alumbraran
lo mismo que los faroles,
en el fútbol sobraría
que pusieran reflectores.
Ay, qué pícaro es el moro
con su carita de bonachón,
va largando sus versitos,
pero to lo dice sin mala intención.
Ya llegó la primavera,
que toda la sangre altera,
y a mi amigo don Arturo
le salió un grano en el cuello.
Moro, moro, moro, morito.
Por mucho que yo te quiera
a tu lao ya no me quedo,
pues cuando comes fabada
se te escapan muchos gritos.
Ay, qué pícaro es el moro
con su carita de bonachón,
va largando sus versitos,
pero to lo dice sin mala intención.
(M. Moreno)
Un ataúd y amarillo canario
el día que me muera quisiera ocupar,
que tenga forro de espuma de nylon
y transistor con sonido ambiental.
Un ataúd y amarillo canario
que lleve reactor y programa espacial
para volar de una estrella a otra estrella,
haciendo turismo por el más allá,
para volar de una estrella a otra estrella,
y haciendo turismo por el más allá.
Un ataúd amarillo canario.
Como el sarcófago de un faraón.
Un ataúd amarillo canario.
Con la guitarra que tiene mi voz.
Un ataúd amarillo canario.
Con tatuajes a su alrededor.
Un ataúd amarillo canario.
Con tele, radio y climatización.
Un ataúd amarillo canario.
Con bocadillos de almeja y jamón.
Un ataúd amarillo canario.
Con azafata de vuelo y control.
Un ataúd amarillo canario.
Con baño turco y masaje al vapor.
Un ataúd amarillo canario.
¡Para vivir en un mundo mejor!
Vivir mejor, vivir mejor...
Ayer fue mi prima Vela a la feria de Logroño,
y ganó cuarenta duros, sólamente con... con el juego.
Al terminarse la feria, tenía cinco mil duros,
no sólamente jugaba, sino que tomaba... propina.
Ya se quedó sin trabajo la señora Sisabuta,
y ahora se gana la vida en una casa de empeños.
El portero de mi casa tuvo una equivocación,
se acostó con el sereno y se ha vuelto... vigilante.
En la casa de mi tía hay alegres reuniones,
mi tía toca su flauta y mi tío sus platillos.
"¡Ay, padre, que me lo han roto!" "Hija, no digas el qué".
"El cantarito en la fuente, papa, ¿qué se ha creío usté?"
Vivir mejor, vivir mejor,
vivir mejor.
(Emilio Jiménez/Juan J. Umbert)
Qué bonita era mi novia
cuando yo la conocí,
pesaba cuarenta kilos,
parecía un figurín.
Ahora que estamos casados
na más piensa que en comer,
ha engordao doscientos kilos
y la miro horrorizado
y al pensar que es mi mujer.
Ya me voy, me voy, me voy,
no aguanto más a tu lao,
pues no paras de comer,
y me tiene arruinao.
Ya me voy, me voy, me voy,
pa la China u otro lao,
y si encuentran a la gorda
preguntando por el moro,
le contestan que hace un año
que Hassan lo ha secuestrao.
Pero mira que eres gorda,
le decía sin cesar,
y ella sin hacerme caso
no paraba de tragar.
Las facturas de modista
fueron siempre un dineral,
pues como estaba tan gorda
tuvo que pagar mil duros
para hacerse un delantal.
Yo me voy, me voy, me voy,
no aguanto más a su lao,
pues no paras de comer
y me tiene arruinao.
Yo me voy, me voy, me voy,
pa la China u otro lao,
y si encuentran a la gorda
preguntando por el moro,
le contestan que hace un año
que Hassan lo ha secuestrao.
Cada noche al acostarse
la tenía que ayudar
con el gato de mi coche
pa poderla levantar.
Cuando aplastaba la cama
y crujía el orinal,
tan pronto como dormía
soltaba cada ronquido
que se oía en Portugal.
Yo me voy, me voy, me voy,
no aguanto más a su lao,
pues no paras de comer
y me tiene arruinao.
Yo me voy, me voy, me voy,
pa la China u otro lao,
y si encuentran a la gorda
preguntando por el moro,
le contestan que hace un año
que Hassan lo ha secuestrao.
(Emilio Jiménez/Juan J. Umbert)
Señores, tengo un pisito
que me compré hace un mes,
de esos tan chiquititos
que no cabe uno de pie.
Estos pisitos, señores,
tienen sólo una ventaja,
que puedes vivir tranquilo
si la casa no se raja.
El cuarto de baño es un lío
pa' poderse uno bañar,
que cuando está' allí metío
no te puedes ni peinar.
Como no tiene repisa
ni lugar donde guardar
usamos para los dientes
un cepillo familiar.
Señores, tengo un pisito
que me compré hace un mes,
de esos tan chiquititos
que no cabe uno de pie.
Estos pisitos, señores,
tienen sólo una ventaja,
que puedes vivir tranquilo
si la casa no se raja.
El comedor tiene la mesa
que es lo mismo que un mecano,
que cuando comemos todos
parecemos cinco enanos.
Ayer vino de invitado
un amigo de mi hermana,
tuve que darle la sopa
y a través de la ventana.
Señores, tengo un pisito
que me compré hace un mes,
de esos tan chiquititos
que no cabe uno de pie.
Estos pisitos, señores,
tienen sólo una ventaja,
que puedes vivir tranquilo
si la casa no se raja.
El pasillito que tiene
ya no puede ser más chico,
tan sólo caben las fotos
de mi abuela y el borrico.
La despensa la tenemos
como siempre abarrotá,
hay cuatro dientes de ajo
y pare usté de contar.
Señores, tengo un pisito
que me compré hace un mes,
de esos tan chiquititos
que no cabe uno de pie.
Estos pisitos, señores,
tienen sólo una ventaja,
que puedes vivir tranquilo
si la casa no se raja.
(Emilio Jiménez/Juan J. Umbert)
Ya se sabe que mi carro
fue encontrado en Almería,
lo llevaban dos fulanos
lleno de papas podrías.
También dice que lo vieron
por la calle de Carretas,
que lo cargaban de escombro
y encima dos bicicletas.
Ya no quiero mi carro,
ya no lo quiero,
pues todos me creían
el basurero.
Ya no quiero mi carro
ni regalao,
y si lo encuentro un día
yo me haré el despistao.
Cuando yo tenía el carro
también tuve mis problemas,
a la hora de aparcarlo
eso sí que era un dilema.
Muchas veces me multaron
y se lo llevó la grúa,
cuando ponían el cepo
el burro se lo comía.
Ya no quiero mi carro,
ya no lo quiero,
pues todos me creían
el basurero.
Ya no quiero mi carro
ni regalao,
y si lo encuentro un día
yo me haré el despistao.
Me he comprao una carreta
y adornada pa las fiestas,
va tirada por dos bueyes
mientras yo duermo la siesta.
Me metí en una autopista
y allí se armó el gran disloque,
los bueyes iban delante
y sus cuernos de parachoques.
Ya no quiero mi carro,
ya no lo quiero,
pues todos me creían
el basurero.
Ya no quiero mi carro
ni regalao,
y si lo encuentro un día
yo me haré el despistao.
(Emilio Jiménez/Juan J. Umbert)
Me encontré con un amigo,
más que amigo era un hermano,
me vendió su cochecito,
que era de segunda mano.
Cuando lo vieron en casa
dijeron con pesimismo
que aquella birria de coche
me lo había hecho yo mismo.
Al cochecito, leré,
al cochecito, leré,
le falla el pito, leré,
y el carburador.
Al cochecito, leré,
al cochecito, leré,
al cochecito, leré,
ya le falla to.
Ese amigo que yo dije,
que era igual como un hermano,
me dejó tirao en ruta
con el volante en la mano.
Yo no quisiera enfadarme
pero si lo encuentro un día
me meteré con su padre,
con su madre y con su tía.
Al cochecito, lerén,
al cochecito, lerén,
le falla el pito, lerén,
y el carburador.
Al cochecito, lerén,
al cochecito, lerén,
al cochecito, lerén,
ya le falla to.
Un buen día decidido
yo salí a dar una vuelta,
pero fallaron los frenos
y me metí en una huerta.
Al salirme de la huerta
no sonaban la bocina
y como andaba sin frenos
maté a un buey y a una gallina.
Al cochecito, lerén,
al cochecito, lerén,
le falla el pito, lerén,
y el carburador.
Al cochecito, leré (ay, lerén),
al cochecito, leré (ay, lerén),
al cochecito, lerén,
ya le falla to,
ya le falla to,
ya le falla to,
¡ya le falla to!
(Emilio Jiménez/Juan J. Umbert)
Mi médico Don Alberto
me dijo de la bebida:
"El alcohol mata lo vivo
y mantiene lo que está muerto".
Ayer murió Fulanito,
antes de ayer Menganito
y un niño de cuatro años
que se llamaba Juanito.
Fuma y bebe, fuma y bebe,
sin olvidar las mujeres,
que la vida es un rollo
si te quitan los placeres.
Fuma y bebe, fuma y bebe,
te lo dice un borrachón,
que el que no fuma ni bebe
dentro de doscientos años
estará en el socavón.
Fumar dicen que es muy malo,
beber dicen que es nefasto,
te lo ponen muy severo
y más serio que el rey de bastos.
Si no te drogas ni bebes,
ni sientes placeres nuevos,
te compras un buen martillo
para aplastarte los sesos.
Fuma y bebe, fuma y bebe,
sin olvidar las mujeres,
que la vida es un rollo
si te quitan los placeres.
Fuma y bebe, fuma y bebe,
te lo dice un borrachón,
que el que no fuma ni bebe
dentro de doscientos años
estará en el socavón.
La vida empieza a inquietarme,
mi mente da muchas vueltas,
más si quiero suicidarme
yo me fumo un par de Celtas.
Que deje ya la bebida,
alguien muy serio me dijo,
pero eso sería lo mismo
que me cortaran el alma.
Fuma y bebe, fuma y bebe,
sin olvidar las mujeres,
que la vida es un rollo
si te quitan los placeres.
Fuma y bebe, fuma y bebe,
te lo dice un borrachón,
que el que no fuma ni bebe
dentro de doscientos años
estará en el socavón.
(R. Ibáñez/F. Huertas)
La dedocracia,
la dedocracia,
la dedocracia viene de dedo.
Forman partidos
y así se nombran,
y luego dicen que elige el pueblo.
La dedocracia,
la dedocracia,
la dedocracia viene de dedo.
Forman partidos
y así se nombran,
y luego dicen que elige el pueblo.
Si te haces tú de la dedocracia
verás qué pronto saldrás de pobre
porque es el cuerno de la abundancia,
te hincharás de chupar del bote.
Todos prometen la mar de cosas
y se propagan en alta voz,
el pueblo incauto to se lo cree
y en recompensa te dan la coz.
La dedocracia,
la dedocracia,
la dedocracia viene de dedo.
Forman partidos
y así se nombran,
y luego dicen que elige el pueblo.
La dedocracia,
la dedocracia,
la dedocracia viene de dedo.
Forman partidos
y así se nombran,
y luego dicen que elige el pueblo.
La dedocracia da libertades
lo mismo al noble que a los gamberros,
por eso el mundo se está llenando
de sinfonías de mil cencerros.
Ahora nos dicen que no hay dinero,
se lo llevaron sin un control,
y en elecciones gastan fortunas
mientras bailamos al ritmo pop.
La dedocracia,
la dedocracia,
la dedocracia viene de dedo.
Forman partidos
y así se nombran,
y luego dicen que elige el pueblo.
La dedocracia,
la dedocracia,
la dedocracia viene de dedo.
Forman partidos
y así se nombran,
y luego dicen que elige el pueblo.
La dedocracia,
la dedocracia,
la dedocracia viene de dedo.
Forman partidos...
(Emilio Jiménez/Juan J. Umbert)
Qué bonita es mi Sevilla,
Sevilla de mi corazón.
Qué bonita está Triana,
en diciembre y en enero,
la niebla es bastante baja
y andando yo muy ligero,
andando yo muy ligero,
me trago un carro de paja.
Y es que Sevilla me gusta,
y es que Sevilla me gusta,
en invierno y en el verano.
El trabajo no me gusta,
pa sembrar arroz y chufa
que trabaje el hortelano.
Ay, mi Sevilla,
qué bonita Sevilla,
Parque de María Luisa
donde voy a pasear,
viendo al que va a trabajar
yo me parto de risa.
En la Calle la Pimienta
no veas la que allí se armó.
En la Calle la Pimienta
un cochero se atascó,
en la Calle de la Pimienta,
y en seguida me di cuenta
mirando fijo al cochero
que el gachó era de Cuenca.
En el barrio Santa Cruz,
yo quise entrar con mi coche
en el barrio de Santa Cruz,
derribé setenta esquinas,
derribé setenta esquinas,
dejando al barrio sin luz.
Ay, mi Sevilla,
qué bonita es Sevilla,
Parque de María Luisa,
donde voy a pasear,
viendo al que va a trabajar
yo me parto de risa.
Tiene Sevilla de noche
un encanto que es muy especial.
Cuando salí por la noche
le pregunté a unos paisanos
dónde se jugaba al bingo,
por lo visto no entendieron
y los dos me acompañaron
donde hacen los tejeringos.
Al llegar la medianoche
para seguir con la juerga
nos fuimos tos pa La Trocha
y a comernos los garbanzos
que hacen tan coloraditos
pintados con una brocha.
Ay, mi Sevilla,
qué bonita es Sevilla,
Parque de María Luisa,
donde voy a pasear,
viendo al que va a trabajar
yo me parto de risa.
(Félix de Utrera y Emilio "el moro")
Bi bi, bi bi bi, bi bi, bibi bi bi,
to to to, te ti to to,
to co oh bi bom bi, bibi bibi,
con gan con gan, ga gan go ñon.
Me puse un día
a dibujar tu cara,
me puse un día,
y cuando llegué a la boca
ya no podía.
Porque tus labios, mira, niña,
porque tus labios,
porque tus labios,
necesitan una escoba
pa rellenarlos.
Al paso de cien burritos
las espigas se doblaron,
al paso de cien burritos,
salió tu madre gritando
desgreñá y pegando gritos.
Y cantaron a coro
siete chicharras
mientras gruñía tu madre
como una guarra,
como una guarra, niña,
en el matadero,
cuando veo al matarife
vestío barbero.
Te quiero yo,
te quiero yo,
más ca la mare,
más ca la mare,
más ca la mare,
más ca la mare
y tres de gambas.
(Félix de Utrera y Emilio "el moro")
Félix, a mi mujer y a mis niños. Y a los tuyos.
(Gracias, Emilio.)
Ay, ay, olé.
No quiero por la mañana
tomarme el café bebío,
me gusta con ensaimada,
que son el delirio mío.
Y comprarme un papelón
lleno de pescao frito,
ay, con un bollo de Alcalá
y un duro de rabanitos,
con un bollo de Alcalá
y un duro de rabanitos
con sal.
¡Ele!
Luego me siento en mi silla,
una que tengo de enea,
ay,
o en una butaca rota
que es la herencia de mi abuela,
o en una butaca rota
que es la herencia de, ay,
que es la herencia de mi abuela,
bien.
Vente conmigo, mulata,
vamos, si quieres,
vente conmigo, mulata,
y tomarás el café sabroso
de una cafetera vieja
que me dio mi primo Alfonso,
de una cafetera vieja
que me dio,
que me volvió a dar mi primo Alfonso,
bien.
Yo no me caso contigo,
ni hablar,
yo no me caso contigo,
aunque te quiero y te alabo
porque tienes la nariz,
vida mía, qué asco,
como el grifo de un lavabo,
mal.
Ay, tengo una casa en el pueblo
destinada para ti,
aunque está llena de chinches,
pero eso lo arregla el flis,
y aunque está llena de chinches,
todo eso lo arregla el flis.
(Félix de Utrera y Emilio "el moro")
Del año 41
vamos a conocer el hambre,
del año 41,
nos quedamos como alambres
y telarañas en el culo,
por la gloria de mi mare.
Están de moda las huelgas,
las cárceles atestás,
están de moda las huelgas,
los ladrones a protestar
que entran por una puerta
y por la otra se van.
(Félix de Utrera y Emilio "el moro")
¡[...] pa Cadi, Emilio!
Voy a contarles mi historia,
llena de pena y calamidades.
En mi casa somos trece,
con mi pare y con mi mare,
y de once hermanos que somos,
el mayor de ellos soy yo.
Mi pare sólo gana
cincuenta duros
para toa la semana,
y no tenemos ni pa pan duro.
Mi madre pasa lista
pa ir a comer,
por si faltara alguno
y a ver quién es.
Si alguno está jugando
y no llega a su hora,
se queda a dos velas
y come si sobra.
Y yo estaba un día
dormío roncando,
me comí dos pollos
pero eran soñando.
Por eso cuando me dicen
que me invitan a comer,
me como to lo que veo
y lo que no veo también.
La historia de mi persona,
vaya una historia, señores, ¡ay!
es pa escribir una novela,
y una novela, y no de amores,
porque yo paso más hambre
que en un espejo dos caracoles.
Cuando me fui pa la mili
me echó mi madre pa la merienda
una lata de sardinas
que le habían fiao en la tienda,
que el sábado la pagaba,
si le alcanzaba el jornal.
Yo pasé to el camino
muerto de hambre,
sólo con las sardinas
que me compró la pobre mi mare,
y con lo que yo como, fíjese usté,
por poquito me como
la ruea del tren.
Pero yo llevaba cuarenta pesetas,
y me las gasté casi toíta en galletas.
Un pobre cateto que estaba a mi lao
se quedó dormío medio desmayao.
Por eso cuando me dicen
que me invitan a comer,
me como to lo que veo,
y lo que no veo tambien.
La historia de mi persona,
vaya una historia, señores, ¡ay!
es pa escribir una novela,
una novela, y no de amores,
porque yo paso más hambre
que los lagartos en los aviones.
(Félix de Utrera y Emilio "el moro")
Tra la la la, tra la la...
Un [farquimbo] le decía
a una [ansol] alquitranada,
un [farquimbo] le decía:
"¿Dónde tienes la alcotrada?
Si la tienes escondía
va a parecé una [alsonada]".
No me vengas con falcadas,
déjame de alquitraciones,
no me vengas con falcadas,
que tengo tus [litaciones]
metida en mi alforjada,
y tú no conoces [...].
(Félix de Utrera y Emilio "el moro")
Tra la la, la li la, la li lo, li lo liro,
laras laras, laras laras laras, lara la li,
loro loro otro loro, ya son muchos loros,
loros lororo...
Tengo una cabra en mi casa
y en la calle Fuencarral,
vive solita conmigo
y me da leche de más.
Los vecinos se han quejao
por aquello del olor,
pero yo ya me he acostumbrao
y ahora el que huele, mi alma, soy yo.
Pa que la gente no diga
dormimos en el patio
en el mismo colchón.
Come lo mismo que yo,
nunca se queja de na,
de papas con bacalao
se pone siempre morá.
Si se les sabe enseñar
las cabras comen de to,
ésta se come los cables
que tiene mi televisor.
Al campo la llevé un día
y un cabrito la llamó,
pegó un salto de alegría
y con el rabo,
y con el rabo me dijo adiós.
En el campo se quedó
y yo ya no la vi más,
ahora estoy solo en mi casa
y cuando ronco digo: "¡BAAAAA!"
Porque yo te quiero,
porque yo te quiero,
porque yo te quiero,
ay, cabrita mía,
ay, cabrita mía,
qué solo me quedo.
(Félix de Utrera y Emilio "el moro")
Larilo la lirio,
larilio lero liro lirio lero lero leró...
Y yo he sentío
una voz muy gangosa
allá por tierrrrra murciana,
y yo he sentío
y una voz mu gangosa
allá por tienrrrra murciana.
Cayó un manchego en el suelo diciendo:
"Papa y mamá,
yo en esta tierrrrrra me muero,
soy albañil, trabajo no tengo,
papa y mamá,
yo en esta tierra me muero".
Se fue a Sevilla
y un amigo tan bueno allí lo colocó,
pero vinieron las huelgas,
pero vinieron las huelgas
y se fue pa Badajoz.
Y él decía
a los piquetes con penas muy grandes:
"Yo soy peón de albañil
y hace tanto que no como,
un ladrillo me comó".
Se colocó de portero
en una casa en Madrid,
pero la casa era vieja,
pero la casa era vieja
y tuvo que huir.
Por fin se fue a Barcelona,
entró en el muelle a trabajar,
y los barcos no atracaban,
y los barcos no atracaban
porque se secó la mar.
(Félix de Utrera y Emilio "el moro")
La ra la la la, la la...
la ra la, la la ra la...
Yo tengo preso un hermano
en la cárcel de Bollullos,
yo tengo preso un hermano,
y lo llevo con orgullo
que sea ligero de mano
y coja lo que no es suyo.
Anoche estuve de juerga
con un gachó sin dinero,
anoche estuve de juerga,
cuando llegó el camarero
que venía a cobrar la cuenta
el gachó estaba en Toledo.
(Félix de Utrera y Emilio "el moro")
Amos ya... Fili, que es la última.
Ay, ay, y no me quejo,
ay, y si no hay, te quejas, olé.
Hace días que salió
un pobrecito gitano,
harto de pasar fatigas
se subía a un aeroplano.
Y fue y le dijo al piloto:
"Tira pa el Cielo, paisano,
que en Sevilla no doy golpe
ya va pa seis veranos".
Llegó a la puerta del Cielo
y en la que San Pedro estaba
en un diario leyendo
lo que en Sevilla pasaba.
De sacar algún provecho
vio el gitano la ocasión,
y en un descuido del santo,
las llaves le algarrabó.
Se metió Cielo adelante,
Jesús, la que se armó,
con las llaves en la mano
de esta manera cantó,
viendo que allí se aburría
y hasta el mismísimo Dios:
"To el que me quiera seguir,
que me lo diga enseguía,
pues las llaves traigo aquí,
las llaves de la alegría,
venirse detrás de mí,
pa mi España de mi vía, sí, señor,
que allí hay un vino que quita las [tapares] el sentío,
y [...]".
Tras del gitano se fueron
hombres, niños y mujeres,
y en el Cielo se quearon
Dios, el suelo y las paeres.
San Pedro tan asustao,
viéndose sin compañía,
echó de menos las llaves
y dejó la portería.
Se acopló a la comitiva
que pa Sevilla marchaba,
y del brazo del gitano
entró San Pedro en Triana, mía tú.
Entre chatos y alegrías
to Sevilla recorrió,
y en una noche de juerga
y este parte recibió:
"Rrrrrr..." (el teléfono).
"Hola, habla Pedrito, ¿cómo estás, mi alma?
¿Cómo? No digas tonterías, que estáis equivocaos.
La gracia sin discutir
está en Sevilla, pasmaos,
y ya tengo para ti
y hasta un piso ya alquilao".
(Félix de Utrera y Emilio "el moro")
A mí se me dan los ligues
en cine y cafeterías.
La otra noche ligué a una,
qué buena facha tenía.
Cuando le cogí la mano
la tenía llena de callos
y más pelos en las patas
que la cola de un caballo.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Ella me dijo: "Cariño",
y yo me olí la tostá.
Era un macho disfrazao
con la cara mu pintá.
Una vez que estaba puesto
y que me metí en el ajo,
a mí me daba lo mismo
que me cogiera el mechero.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
En una jaula de loros
tengo a mi suegra metía,
que la gachí no se calla
ni despierta ni dormía.
Por el parque paseando
yo la metí en una gruta
para ver si se perdía
la hija de la grandeza.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Evocación a los famosos
casete
Discophon 3003
1980
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
En las Palmas del Condao
y en Valverde del Camino,
en las Palmas del Condao
tengo una finca de olivos
con plátanos coloraos
que dan
limones podríos.
En la playa Punta Umbría
un día ligué a una sueca,
en la playa Punta Umbría.
La gachí tenía la cara
como una manzana podría
y de carne estaba seca.
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
Yo sembré en una maceta
las semillas de un mechero,
yo sembré en una maceta.
Y cuando grandes se hicieron
se volvieron majaretas
y hasta quemarme quisieron.
A un mariquita en la cárcel
lo iban a ajusticiar,
a un mariquita en la cárcel.
Y cuando abrieron el gas,
dijo el mariquita:
"Pararse, ¡coño!
Que me vais a afixiar".
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
No trabajan
ni dando dinero encima,
los artistas no trabajan,
se van para la Argentina,
al Japón o a Nicaragua,
porque esto es una ruina.
Ha traío
por estos laberintos,
la democracia ha traío,
y como no andemos listos
vamos a pasar más hambre
que en la Guinea los negritos.
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
(¡Hala, vamos a acordarnos de Melilla!)
Yo no he pasao más fatiga
que un día de cacería,
yo no he pasao más fatiga.
La cosa cómo sería
que perdí los dientes de arriba
y también un cacho de encía.
(¡Bien, Félix, bien!)
Yo tengo un amigo mío
que la mujer lo ha engañao,
yo tengo un amigo mío.
Se le fue con un bombero,
y es que se le ha puesto la cara
del toro miura Islero.
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
En las Palmas del Camino
y en Valverde del Condao,
en las Palmas del Camino
yo tengo un campo sembrao
de fideos extrafinos,
de almejas y bacalao.
Yo me casé en Punta Umbría
con una gachí muy gorda,
yo me casé en Punta Umbría.
También la pobre era sorda,
y la cara la tenía
igual que una jaca torda.
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
Con los Derechos Humanos
estamos tos apañaos,
con los Derechos Humanos.
Si no vas acompañao
te detienen tres fulanos
y te dejan desplumao.
A vendimiar al extranjero
el español que se vaya,
a vendimiar al extranjero.
Lo deben de hacer en España
porque ganan más dinero,
si con talento se apaña.
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
Me presenté a un concurso
pa cantar por soleares,
me presenté a un concurso.
Por la gloria de mi mare
que murieron tres del susto.
Del locutor no se sabe.
Desde que te he conocío
yo vivo desesperao,
desde que te he conocío.
Yo sé que me has engañao
con varios amigos míos
y yo en el campo apartao.
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
Que parecen pirulines,
los niños están tan delgaos
que parecen pirulines.
Cuando se van al mercao
se les caen los calcetines,
[...] jamones colgaos.
Voy a ver si robo un pavo,
le confesé a mi mujer,
voy a ver si robo un pavo.
De madrugá lo llevé
y a guantazos lo mataron
con las plumas hizo puré.
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
Lo que pasa hoy en España
yo no sé lo que será,
lo que pasa hoy en España.
Mis hijos nos piden pan
y mi mujer los apaña
pegándoles una patá.
Porque no puede comprar,
que la pobre está negra
porque no puede comprar.
Con lo que le da mi suegra
tan sólo puede guisar
dos papas bien untás de tierra.
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
Un periódico compré
y me cobraron seis duros,
un periódico compré.
Lo estuve leyendo un rato,
y al final yo lo utilicé
para envolver unos zapatos.
Que sube la gasolina
y suben tos los impuestos,
que sube la gasolina,
de trabajo no hay un puesto
y el gato metío en la hornilla
de hambre se está muriendo.
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
(Vamos allá, Félix, vamos a dedicarle este piropito a mi primo Paco Cubero)
(¡Y gran amigo mío!)
En el cementerio entré
a ver a mi suegra un día,
en el cementerio entré.
Me dijo el sepulturero:
"Ya se ha escapao otra vez,
no la mata ni un barreno".
Mira si será cochina
una novia que yo tuve,
mira si será cochina.
Se viste de arriba abajo
sin lavarse las rodillas,
hasta cría escarabajos.
(Emilio Jiménez y Félix de Utrera)
El aborto y el divorcio
lo van a legalizar,
el aborto y el divorcio.
Dos mil años hacen ya
que se vienen practicando,
¿y era eso una novedad?
(Ele, vivan los fandangos desafinaos)
A las once de la noche
no hay un español en la calle.
A las doce de la noche
los teatros están vacíos,
los cabarés no se abren,
estamos tos perdíos.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Mi suegra me dio una broma,
por poco me deja tuerto,
y yo me estuve acordando
de tos los que tiene vivos.
Como se muera la tía,
que la entierren boca abajo,
pa que no pueda salirse
y se vaya pal Caribe.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Yo conozco a una viuda
que el marido era bombero,
y gastaba buena manga
porque era cabo primero.
Desde que murió su esposo
la viuda sale conmigo,
y tiene que conformarse
con la manga de mi abrigo.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Ya se olvidó del bombero
y la manga que tenía,
ahora con la del abrigo
está loquita perdía.
Cuando quiere que le riegue
las macetas en otoño,
cojo la manga el abrigo
y se la enchufo en el grifo.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa
y es por tontajo,
porque presumo
de buen criterio.
Esto que me pasa...
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
En Madrid en Cuatro Caminos
juraste que me querías,
juraste que me querías,
juraste que me querías,
y yo en agradecimiento
te regalé unas sandalias.
Cogí la pluma y firmé,
cogí la pluma y firmé,
que como era de pava
hice un charco en el papel.
Cuando te encontré, serrana,
por la orillita del río
te vi descalza, comiendo ranas.
Te ibas a Torremolinos
y pa llevarte a la grupa
compré un borrico mohíno.
Qué noche y qué viajecito,
treinta siglos que viviera
no me subo en un borrico.
Sobre dos bancos de piedra
nos echamos un ratito
y el borrico, muerto risa,
nos dejó a los dos solitos.
Tan clara estaba la luna,
tan clara estaba la luna,
que entoces te vi la cara
de una tetera moruna.
Entre tus labios delgaos
te veía cuatro dientes
y los cuatro estaban picaos.
Me miraste y te reías,
y corriendo como un galgo
te canté por alegrías.
De toas las serranitas,
ay, de toas las serranitas,
la que a mí me gusta más,
ay, me gusta más,
es la que vi en un quiosco
y en la calle Fuencarral.
Porque lo quiso el destino
yo me tiré quince horas
en un borrico mohino.
Cuatro Caminos,
se me presentó la tía
en Madrid en Cuatro Caminos,
y dos niños me traía
que decía que eran míos,
y yo le quité la vía.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Cuando se va por la calle
allá en Sevilla es corriente
de que la gente se ría
de su sombra y de la gente.
Y esta tarde yo en un bar
escuché a dos, arma mía,
de lo que puede pasar,
de lo que puede pasar,
si le da la autonomía.
Había un borracho tumbao
puesto en la conversación,
se levantó de repente,
se levantó de repente,
y de esta manera cantó:
"Ya pue venir lo que venga,
aunque gobierne Nerón,
ya pue venir lo que venga,
aunque gobierne Nerón,
que queme to lo que quiera
meno el tinto con sifón,
que queme to lo que quiera
meno el tinto con sifón."
Un gitanillo salao
fue y le dijo con salero:
"Sigue en tu sitio tumbao,
sigue en tu sitio tumbao,
no te metas en jaleos".
Lo edificio están quietos,
las grúas están oxidadas,
y los obreros esperan,
y los obreros esperan,
que haya normalidad.
Ya nos lo dijo el abuelo:
"Estudiar y a trabajar".
Ya nos lo dijo el abuelo:
"A estudiar y trabajar,
que vienen los extranjeros
y de aquí nos echarán,
que vienen los extranjeros
y de aquí nos echarán,
y nunca conseguiremos
que no entreguen Gibraltar".
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Ay, ay, ay...
que ya y que ya y que ya y que ya y que ya...
(¡Olé!)
Una romana gallega,
nacía en el Albaicín,
de ojos chicos con paperas,
corría detrás de mí.
Le dije: "¿Dónde vas, prima?",
y no me quiso escuchar,
y corriendo detrás mía
la llevé al hospital.
No sé qué habrá sío de ella
que no la he vuelto a ver más,
pero que sueño de noche
que conmigo está acostá.
No sé qué habrá sío de ella
desde el día,
desde el día del hospital.
Yo la tengo que encontrar, ay,
ay, yo la tengo que encontrar, ay,
pa mandarle una receta, ay,
y me deje,
y me deje de soñar,
la tengo, la tengo,
la tengo que ver curá.
Ay, la la lay la, la la lay la lo la,
ay, la la lay la...
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Trala-lalá lalá-lalala la lalalá, ay...
Ay, ay, ay ay ay, ya...
Yo a ti te voy a dejar
por ser tan mala conmigo,
yo a ti te voy a dejar,
porque me ha dicho un amigo
que, que tú te pones morá
to los días con un vecino.
A mi mujer yo le doy
el jornal toas las semanas,
a mi mujer yo le doy,
dormimos nueve en la cama
y como está el mundo hoy
no tengo ni palangana.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Anda, hale...
Un cateto de provincias
que llegó a la capital,
un cateto de provincias
que llegó a la capital,
con el pensa,
con el pensamiento puesto
tan sólo en poder ligar,
con el pensamiento puesto
tan sólo en poder ligar.
Recorrió ferreterías,
discotecas y [...],
y no encontraba la forma
para poderse orientar,
y no encontraba la forma
para poderse orientar.
El pobre desesperao
hasta que al fin encontró
una gachí con más años
que las naves de Colón.
Él no sabía cómo entrarle,
hasta que al fin se acercó,
y la gachí, perra vieja,
le seguía a lo caló.
"Señora, soy de Almuñécar,
vengo del pueblo,
usted ya sabe pa qué,
así que si está dispuesta,
vamos donde diga usted.
Yo le doy tres mil pesetas
que a mi padre le quité,
y usted corre con los gastos,
y usted ya sabe pa qué".
La dama con picardía,
cuando empezó la función,
se trabajó la comedia
y el cateto así le habló:
"Si está usted cansá, lo dejamos,
no se vaya usted a morir,
porque le veo que respira
por la boca y la nariz".
El pobre se fue a su pueblo
sin estrenarse de na,
la tía le sacó el dinero
con bastante habilidad.
Y le dijo a los amigos:
"Allí no se puede ir,
porque se ponen las tías
a puntito de morir,
porque se ponen las tías
a puntito de morir.
Yo me arreglaré en el campo
con las vacas del corral,
que además que las conozco
tampoco me cobran na,
que además que las conozco
tampoco me cobran na".
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
¡Félix! [¡Quiero!]
(¿Qué?)
Larie-loré lalí-lo-lirio un liri-liliriro lirio-leró.
(Estamos ya, [Similio.])
Una vez robé un conejo
en la huerta de Frasquito,
una vez robé un conejo.
Se escondió el animalito,
yo le grité desde lejos
y el pobre se quedó frito.
"Ay, os voy a comprá un jamón
si me tocan las quinie-be-be-be-be-las,
ay, os voy a comprá un jamón".
"Olé, papa, y me montas",
dijo mi niño el mayor.
Mi mujer se quedó tonta.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Olé, vivan los relores.
Lililí-lololilo-lolilo,
liloló-lololí-lololí,
lilolilo-lolilo-lolilo,
lililí-lililí-lililó.
El que viva en el año 2000
verá con asombro los tiempos cambiaos.
No hará falta ningún albañíl
por haber goteras y en algún tejao,
las niñeras serán suprimidas
porque los chiquillos ya vendrán criaos,
y en el parque y en las avenidas
ya no las veremos con tantos soldaos,
los políticos no tendrán vida
porque ya el Congreso estará derribao,
y cualquiera que una cosa pida
y en estos momentos lo tiene aprobao.
Los serenos se darán el piro
porque ya las casas no tendrán portal,
y cualquiera tendrá un autogiro
con una azotea para aterrizar,
los borricos, los pato y los bueyes
po encima del agua podrán galopar,
pero a mí se me aflojan los muelles
y con vuestro permiso me voy a acostar,
y que acaben los politicastros
diciendo pamplinas con sus embajás,
porque a mí se me importa un pepino
que al año 2000 yo no pienso llegar.
Ele, vamos al año 3000.
El que viva en el año 3000
verá sin asombro la Tierra cuadrá.
En los hombres, mujeres y niños
no habrá estos follones para trabajar,
las cavernas serán habitadas
por hombres con cuernos que sepan ladrar,
esperando que pasen mil años,
estudiando la forma de poder hablar,
y que vengan las guerras de siempre,
porque sin las guerras no pueden pasar,
y estaremos lo mismo que ahora,
y éste es el cuento de nunca acabar.
En el año 3000 las mujeres
tendrán cuatro tetas y un rabo detrás,
y los hombres serán mariquitas
y con ese rabo podrán disfrutar,
habrá un macho para cien mujeres
pa que los niños se puedan criar,
pero el macho les durará menos
que una gallina en un hospital,
los cabritos, los [guatos], los bueyes
serán del tamaño de una catedral,
y los barcos desaparecieron
porque como digo la Tierra es cuadrá.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Tralá-lalá-lalá, ay, ay, ay,
ay, ay... ¡Ele! ¡Viva Zaragoza!
En un barquito velero
la voy a meter un día,
en un barquito velero,
y cuando esté en la bahía
la llenare de agujeros.
(¡Bien, Emilio!)
Cuando el barco se esté hundiendo
cantaré por alegrías,
cuando el barco se esté hundiendo,
mientras se ahoga esta tía
yo me estaré divirtiendo.
Porque esta tía es más mala
que un vendaval,
a ver si se la lleva una oleá
y me deja tranquilo
pa toa la vía,
mientras ella se ahoga
en la bahía.
Curro Romero,
Curro Romero,
Curro Romero, Curro Romero,
no, quiere ver los toros
pintaos y sin cuernos.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Yo le tiré a dos conejos
un día de cacería,
yo le tiré a dos conejos
un día de cacería,
y el primero que cayó,
que le apunté desde lejos,
me lo comí con arroz.
Me quiero ir a la sierra
que es donde mejor yo vivo,
me quiero ir a la sierra,
allí nací entre cochinos,
revolcándome en la tierra
y comiendo pan de higo.
Sevillanas
casete
Discophon 3080
1981
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Un inglés llegó a Sevilla
y a conocer la Giralda,
a conocer la Giralda,
y un inglés llegó a Sevilla
y a conocer la Giralda,
y porque le habían hablao
de la venta La Esmeralda.
El hombre estaba asustao
y en cuanto que empezó el show,
y en cuanto que empezó el show
dijo con su media lengua:
"A mí no gustar maricón".
Él no sabía,
él no sabía,
él no sabía,
que los mariquitas tienen
arte, gracia y simpatía.
El inglés llegó a su tierra
y hablando bien de Sevilla,
hablando bien de Sevilla
el inglés llegó a su tierra,
y hablando bien de Sevilla,
diciendo que la Giralda
era una maravilla.
Y después le preguntaron
por la venta La Esmeralda,
por la venta La Esmeralda,
él dijo lo que había visto,
al hombre verde con falda.
Él no sabía,
él no sabía,
él no sabía,
que los mariquitas tienen
arte, gracia y simpatía.
El inglés volvió a Sevilla
porque se había enamorao,
porque se había enamorao,
el inglés volvió a Sevilla
porque se había enamorao
de tantas obras de arte
que el moro nos ha dejao.
Se emborrachó de aguardiente
por la mañana en la feria,
por la mañana en la feria,
con su tajá le decía
esto [...] cosa seria.
Él no sabía,
él no sabía,
él no sabía,
que los mariquitas tienen
arte, gracia y simpatía.
Cogió un cochero y le dijo:
"Querer ver hombre con falda".
"Querer ver el hombre con falda",
cogió un cochero y le dijo:
"Qurere ver hombre con falda",
y el cochero sin pensarlo
fue a la venta La Esmeralda.
"Mi conocer este sitio,
mi estar añaro pasado,
mi estar añaro pasado,
ahora gustar mariquita,
y ahora no estar asustado".
Él no sabía,
él no sabía,
él no sabía,
que los mariquitas tienen
arte, gracia y simpatía.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Una vez fui con un cojo
a un [serrao] a torear,
una vez fui con un cojo
a un [serrao] a torear,
él con su pata de palo
de madera de nogal.
El resplandor de la luna
me avisó de que venía,
me avisó de que venía
un toro con mucha guasa
de aquella ganadería.
Ya no voy más,
yo ya, yo ya no voy más,
yo ya, yo ya no voy más
de noche a los tentaeros
con un cojo a torear.
Me puse a pegarle pases
y el cojo echao en la alambrá,
me puse a pegarlo pases
y el cojo echao en la alambrá,
y el cojo echao en la alambrá.
Se le había enterrao la pata
y enterita en un fangal.
Yo de allí quise sacarlo
pero el cojo se agarraba,
pero el cojo se agarraba
a mi pescuezo tan fuerte
que mucho más se enterraba.
Ya no voy más,
yo ya, yo ya no voy más,
yo ya, yo ya no voy más
de noche a los tentaeros
con un cojo a torear.
Yo tenía la calentura,
que quería ser torero,
yo tenía la calentura,
que quería ser torero,
que quería ser torero,
el cojo mi apoderao
pa ganar mucho dinero.
La presentación sería
en la misma Maestranza,
en la misma Maestranza,
de la feria de Sevilla
o en un pueblo de La Mancha.
Ya no voy más,
yo ya, yo ya no voy más,
yo ya, yo ya no voy más
de noche a los tentaeros
con un cojo de verdad.
Seguimos bajo la luna
con aquel toro berrendo,
seguimos bajo la luna
con aquel toro berrendo,
con aquel toro berrendo,
y en cuanto me miró el toro
yo solo salí corriendo.
El cojo que no podía
gritaba desesperao,
gritaba desesperao,
le dijo al toro: "No corras,
te vas a poner morao".
Ya no voy más,
yo ya, yo ya no voy más,
yo ya, yo ya no voy más
de noche a los tentaeros
con un cojo a torear.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Yo no te puedo aguantar,
estoy hasta los talones,
yo no te puedo aguantar,
estoy hasta los talones,
estoy hasta los talones,
y es que tú eres más pesá
que un rosario de melones.
Te pones a discutir
hasta delante la gente,
hasta delante la gente,
y tú pa besarme a mí
te quitas todos los dientes.
Yo me divorcio
pa el mes de enero,
pa el mes de enero.
Yo te quería
y hoy ya no te quiero.
El día que te coja yo
poniéndome los pitones,
el día que te coja yo
poniéndome los pitones,
poniéndome los pitones,
yo te pego un cornalón
con el pito y los riñones.
Porque es que yo ya me harté
de aguantarte noche y día,
de aguantarte noche y día,
y en que murieras de sed,
aguafuerte te daría.
Yo me divorcio
pa el mes de enero,
pa el mes de enero.
Yo te quería
y hoy no te quiero.
Nos vamos a divorciar
sin darte ni una peseta,
nos vamos a divorciar
sin darte ni una peseta,
sin darte ni una peseta,
te pones a trabajar
o te vas a hacer puñetas.
Yo no te quiero ni ver,
al fin seré ya soltero,
al fin ya seré soltero,
y no quiero más mujeres,
que se llevan to el dinero.
Yo me divorcio
pa el mes de enero,
pa el mes de enero.
Yo te quería
y hoy no te quiero.
La ropa que tengo ahí
la llevas al baratillo,
la ropa que tengo ahí
la llevas al baratillo,
la llevas al baratillo,
porque no te va a servir
mirarle bien los bolsillos.
Algunas veces dejé
el tabaco y el mechero,
y el tabaco y el mechero,
y también algún parné,
pero a nada se lo quiero.
Yo me divorcio
pa el mes de enero,
pa el mes de enero.
Yo te quería
y hoy no te quiero.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
De política no entiendo, ozú,
porque yo nací en el campo,
de política no entiendo,
porque yo nací en el campo,
porque yo nací en el campo,
yo me he criao entre olivos, ozú,
y recogiendo garbanzos.
Cuando yo escucho la radio
no entiendo na lo que dicen,
no entiendo na lo que dicen,
que si aquél le gana a éste, ozú,
o se ríe en las narices.
Tantas manifestaciones
yo no había visto en la vida,
yo no había visto en la vida,
con unas telas que dicen, ozú,
que se dé la autonomía.
Había que votar senao
y yo que estaba comiendo,
había que votar senao
y yo que estaba comiendo,
y yo que estaba comiendo,
voy y le digo a la Josefa, ozú,
voy a votar un momento.
Y cogí la calle arriba
pa la casa del alcalde,
pa la casa del alcalde,
pa entregarle los papeles, ozú,
me dijo que era muy tarde.
Tantas manifestaciones
yo no había visto en la vida,
yo no había visto en la vida,
con unas telas que dicen, ozú,
que se dé la autonomía.
Como yo no entiendo de eso, ozú,
ni más cosas que del campo,
como yo no entiendo de eso,
ni más cosas que del campo,
ni más cosas que del campo,
cuando me digan que vote, ozú,
yo me pondré a pegar saltos.
Con el maí y los garbanzos
tengo faena pa el día,
tengo faena pa el día,
y yo no sé pa qué sirve, ozú,
to eso de la autonomía.
Tantas manifestaciones
yo no había visto en la vida,
yo no había visto en la vida,
con unas telas que dicen, ozú,
que se dé la autonomía.
El alcalde de mi pueblo, ozú,
que vive al lao de mi choza,
el alcalde de mi pueblo,
que vive al lao de mi choza,
que vive al lao de mi choza,
debajo de las higueras, ozú,
él me dice muchas cosas.
Que ganan los de derechas
y que pierden los de izquierdas,
y que pierden los de izquierdas,
como si a mí me importara, ozú,
que unos ganen y otros pierdan.
Tantas manifestaciones
yo no había visto en la vida,
yo no había visto en la vida,
con unas telas que dicen, ozú,
que se dé la autonomía.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Un cateto de pueblo se fue a Alemania,
un cateto de pueblo se fue a Alemania,
se fue a Alemania,
por no tener trabajo aquí en España.
Y llegó al extranjero muy decidío,
muy decidío,
diciendo: "Aquí estoy porque he venío".
La gente de este pueblo tiene salero,
tiene salero,
y son los más graciosos del mundo entero.
En una factoría lo colocaron,
en una factoría lo colocaron,
lo colocaron,
con gorra y uniforme pa hacer recados.
Como no se entendía con el idioma,
con el idioma,
to lo que le decían lo echaba a broma.
La gente de este pueblo tiene salero,
tiene salero,
y son los más graciosos del mundo entero.
Añorando su tierra decía el cateto,
añorando su tierra decía el cateto,
decía el cateto:
"No sé pa qué he venío al extranjero".
Le escribía a su novia la Nicolasa,
la Nicolasa,
le decía que allí hablaban con mucha guasa.
La gente de los pueblos tienen salero,
tienen salero,
y son los más graciosos del mundo entero.
"Yo ya me voy pa el pueblo, aquí hay malaje,
yo ya me voy pa el pueblo, aquí hay malaje,
aquí hay malaje,
porque to el mundo dice: 'Azrú saun bajen'.
En el pueblo me entiendo con toa la gente,
con toa la gente,
y hasta las comías son diferentes".
La gente de los pueblos tienen salero,
tienen salero,
y son los más graciosos del mundo entero.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Hoy me lo voy a montar,
porque yo paso de to,
hoy me lo voy a montar,
porque yo paso de to,
porque yo paso de to,
a ver si puedo ligar
la pipa del mogollón.
Yo me pongo a vacilar
con un porro y un porrón,
con un porro y un porrón,
y me pego una collá
cuando estoy de vacilón.
Yo soy pasota,
yo soy pasota,
yo soy pasota,
pero me enrollo
con las marmotas.
Yo soy colega de tos
y me lo hago mu bien,
yo soy colega de tos
y me lo hago mu bien,
y me lo hago mu bien,
el pibe es una risión,
a ver cómo tú lo ves.
Yo soy guay y tú eres gil,
porque eres chungo total,
porque eres chungo total,
y cuando te veo venir
yo me piro de aquí ya.
Yo soy pasota,
yo soy pasota,
yo soy pasota,
pero me enrollo
con las marmotas.
Cuando escucho rock & roll
es el rollo que me va,
cuando escucho rock & roll
es el rollo que me va,
es el rollo que me va,
y en la discoteca yo
me pongo pera total.
Cuando el rollo terminó
entonces empiezo a ligar,
entonces empiezo a ligar,
y me llevo del tirón
a [...], chaval.
Yo soy pasota,
yo soy pasota,
yo soy pasota,
pero me enrollo
con las marmotas.
Un pelotazo me va
de whisky, ginebra o ron,
un pelotazo me va
de whisky, ginebra o ron,
de whisky, ginebra o ron,
pero la piba ya está
destrozá del mogollón.
Cuando la noche pasó
se levanta hacia las diez,
se levanta hacia las diez,
y sin decirme ni adiós
se najela pa su que.
Yo soy pasota,
yo soy pasota,
yo soy pasota,
pero me enrollo
con las marmotas.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Un moro de Tetuán
quiso venderme un mechero,
un moro de Tetuán
quiso venderme un mechero,
quiso venderme un mechero,
y antes que me lo vendiera
se lo vendí yo primero.
El morito me decía:
"Paisano, me has engañao,
paisano, me has engañao,
yo pensaba trajinarte
y eres tú quien me ha engañao".
No te fíes en la vía
de las caritas de muerto,
de las caritas de muerto,
que cuando menos lo esperan
ya te están llevando al huerto.
En el rastro le compré
a un moro cuatro corbatas,
en el rastro le compré
a un moro cuatro corbatas,
a un moro cuatro corbatas,
y al rato se me pusieron
como suelas de alpargatas.
Cuatro duros di por ellas,
pero más caras salieron,
pero más caras salieron,
pues parecen bacalao
de tiesas que se pusieron.
No te fíes en la vía
de las caritas de muerto,
de las caritas de muerto,
que cuando menos lo esperan
ya te están llevando al huerto.
Cuando vayas a comprar
fíjate bien lo que te venden,
cuando vayas a comprar
fíjate bien lo que te venden,
fíjate lo que te venden,
que son más listos que el hambre
y hacen ver que no te entienden.
Te dicen: "Mira, paisano,
yo soy morito y no entiende,
yo soy morito y no entiende,
y veine de la Marrueca
y a ver qué cosa se vende".
No te fíes en la vía
de las caritas de muerto,
de las caritas de muerto,
que cuando menos lo esperan
ya te están llevando al huerto.
Un legionario llegó
a mi puesto el otro día,
un legionario llegó
a mi puesto el otro día,
a mi puesto el otro día,
iba buscando una piedra,
que su mechero no ardía.
Le metí gato por liebre
y el legionario tunante,
y el legionario tunante
se enfadó de tal manera
que me quitó hasta el turbante.
No te fíes en la vía
de las caritas de muerto,
de las caritas de muerto,
que cuando menos lo esperan
ya te están llevando al huerto.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
En la feria de Sevilla,
la tierra de la Giralda,
en la feria de Sevilla,
la tierra de la Giralda,
la tierra de la Giralda,
no se pone una caseta
como la de la Esmeralda.
Con rumbo y categoría,
con arte, gracia y salero,
con arte, gracia y salero,
y con muchos mariquitas
que vienen de tos los pueblos.
Éste es el arte
de la caseta,
de la caseta,
de maricones
y majaretas.
Cuando vaya usté a la feria,
si es que se encuentra con ganas,
cuando vaya usté a la feria,
si es que se encuentra con ganas,
si es que se encuentra con ganas,
se pasa por la caseta
pa bailar por sevillanas.
Allí le pondrán los discos
la Esmeralda y sus flamencas,
la Esmeralda y sus flamencas,
y entre coplilla y coplilla,
se pone el arma contenta.
Éste es el arte
de la caseta,
de la caseta
de maricones
y majaretas.
Mejor no puede pasarlo
si es que va usté a la caseta,
mejor no puede pasarlo
si es que usté va a la caseta,
si es que usté va a la caseta,
y allí escuchará los chistes
más graciosos de la feria.
Chistes pa todos los gustos,
chistes verdes y picantes,
chistes verdes y picantes,
y algunos chistes catetos,
y también guitarra y cante.
Éste es el arte
de la caseta,
de la caseta
de maricones
y majaretas.
La Esmeralda y sus flamencas
darán fotos dedicadas,
la Esmeralda y sus flamencas
darán fotos dedicadas,
darán fotos dedicadas,
como regalo de feria
pero sin cobrarle nada.
Siempre se estará acordando
del ángel de la caseta,
del ángel de la caseta,
que después de divertirse
le costó quince pesetas.
Éste es el arte
de la caseta,
de la caseta
de maricones
y majaretas.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Cuando voy de cacería
le tiro a lo que me echen,
cuando voy de cacería
le tiro a lo que me echen,
le tiro a lo que me echen,
y si me salen perdices
me las como en escabeche.
Lo mismo tiro a las liebres
que le tiro a los conejos,
que le tiro a los conejos,
pero cuando están cerquita,
yo no les doy desde lejos.
Mi escopeta,
mi escopeta,
mi escopeta
la compré en las rebajas
y a seis pesetas.
Me gusta mirar las ramas,
toas llenas de pajaritos,
me gusta mirar las ramas,
toas llenas de pajaritos,
toas llenas de pajaritos,
y me gusta con locura
pará a comérmelos fritos.
Ayer cogí tres docenas
y me los llevé a mi casa,
y me los llevé a mi casa,
el gato acabó con ellos,
eso sí que tiene guasa.
Mi escopeta,
mi escopeta,
mi escopeta
la compré en las rebajas
a seis pesetas.
No hay gente más embustera
que un grupo de cazaores,
no hay gente más embustera
que un grupo de cazaores,
que un grupo de cazaores,
discutiendo entre ellos
a ver quién son los mejores.
Que yo cacé una jirafa,
que yo cogí diez leones,
que yo cogí diez leones,
y al final lo que cogieron:
reúma y sabañones.
Mi escopeta,
mi escopeta,
mi escopeta
la compré en las rebajas
a seis pesetas.
Cuando se da malamente
un día de cacería,
cuando se da malamente
un día de cacería,
un día de cacería,
no puedo irme a mi casa
con las dos manos vacías.
Y entonces voy al mercao
y me compro dos conejos,
y me compro dos conejos,
pa decirle a mi parienta:
"Yo los maté desde lejos".
Mi escopeta,
mi escopeta,
mi escopeta
me la robó un gamberro
en bicicleta.
(Félix de Utrera/Emilio Jiménez)
Entre noviembre y agosto
y en una noche estrellá,
en una noche estrellá,
y entre noviembre y agosto,
me dieron una pedrá,
que por poco pierdo el ojo
y también el que tengo atrás.
Me atacaron dos gamberros
con dos vasos de cristal,
con dos vasos de cristal,
y yo tendío en el suelo
como el gigante Goliat.
Mira qué guasa,
mira qué guasa,
mira qué guasa,
por culpa los gamberros
yo uso gafas.
Le pegué un tiro a una liebre
y en las dos patas de atrás,
en las dos patas de atrás,
le pegué un tiro a una liebre,
y en las dos patas de atrás,
y corrí detrás de ella,
me llevó hasta Gibraltar.
Reventó hasta Gibraltar,
yo corrí detrás de ella,
me llevó hasta Gibraltar,
me dijeron los ingleses
que yo no podía pasar.
Y la cogieron,
y la cogieron,
y la cogieron,
y frita con tomate
se la comieron.
Un soldao que en la mili
calzaba un 73,
calzaba un 73,
un soldao que en la mili,
calzaba un 73,
y estuvo catorce meses
descalzo por el cuartel,
descalzo por el cuartel,
y estuvo catorce meses,
y le dijo el coronel:
"Toma la licencia y vete,
que me dan miedo tus pies".
Es que el soldao,
el pobrecito,
es que el soldao,
eran sus piececitos
dos bacalaos.
En la olla de un potaje
hay una gracia especial,
hay una gracia especial,
y en la olla de un potaje,
pero hay que que conocer
cuando la cabeza de ajo
se pelea con el laurel,
el chorizo ensangrentao
de porrazos que le pegan,
de porrazos que le pegan,
la morcilla está hecha polvo
y lia con las lentejas.
Me da coraje,
me da coraje,
me da coraje,
que estalle la pelea
en un potaje.
Un homenaje a Emilio El Moro