LP 33 rpm
Discophon 33023
1965
(E. Herrera/E. Jiménez)
Peteneras. Cantes del ocaso.
La petenera se ha muerto,
no la pueden enterrar.
Como aquí no hay cementerio,
como aquí no hay cementerio,
la tendrán que embalsamar.
Y el petenero que es tuerto
sólo llora la mitad.
Y el petenero que es tuerto
con un ojo solo llorá la mitad.
Y el petenero que es tuerto
con un ojo solo llorá la mitad.
Niño, que en cueros y descalzo
vas llorando por la calle,
en cueros y sin polvos talco,
nene de mi corazón,
ven acá y llora conmigo,
que tampoco tengo pare,
que tampoco tengo pare,
y madre no lo sé de fijo.
(E. Herrera/E. Jiménez)
Caracoles o cabrillas.
Y olé.
Cómo relucen, ay,
cómo relucen, cómo relucen,
por la calle de Alcalá
los autobuses, los autobuses,
cuando suben y bajan sin ver los cruces.
Vámonos, vámonos,
para el pueblo, Asunción,
donde estamos más tranquilos
sin tanta aglomeración.
Ay, luego en el metro,
qué fatiguita,
con un movimiento la bolsa te quitan,
que saben tos
más que la mare que los enseñó.
La que vende maíces tostaos
le volcó a mi mujer en el vestío
toito el aceite y la puso calá,
y a mí el pecho me puso perdío.
Y hasta vi a un tío que le guiñaba,
le dije que era recién casada
y no le guiña más que mi men.
No hay caracoles,
no hay caracoles,
mocito qué se ha creído usté.
Si no tenemos pal coche
nos vamos andando,
y qué vamos a hacer.
(E. Herrera/E. Jiménez)
Tú quieres que esté en la sierra,
ay, cuando nace el nuevo día.
Tú quieres que esté en la sierra,
ay, cuando nace el nuevo día.
Yo trabajando en el piedra
y tú en la cama tendía,
tú comiendo carne fresca
y yo bellotas cocías.
Con esos dientes blancos
tú, mujer mía, tira cielo tanto bocado.
Manda pa mí,
manda pa mí cuatro sardinas, mujer,
porque estoy yo desmayao.
(E. Herrera/E. Jiménez)
En los pueblos,
en los pueblos de la Alejandría
los moros enanos por la madrugá
me despiertan tirando petardos
que están celebrando lo del Ramadán,
y empiezo a gritar,
y les digo a los moros enanos
con tantos bombazos me vais a matar.
Pajarillos,
pajarillos no queda ni uno
por las explosiones que pegan allí,
que hay jilgueros que se recorrieron
del mismo Damasco hasta Puente Genil.
Toas las flores,
de las flores no queda ni una,
no tienen los parques rosas ni verdor,
y a una novia que quiso casarse
le hicieron el ramo de una coliflor,
y empezó a llorar,
y al sentirla un pobre pajarillo
le dijo a la novia: "No te pues quejar,
que esa coliflor
era hermana de la otra que había
en to Alejandría y me la comí yo, ay".
(E. Herrera/E. Jiménez)
Seguidillas del mocoso, ¡olé!
Ay, ay, qué dolor de muelas tengo, que
no puedo mascar,
qué dolor de muelas tengo, que
no puedo mascar.
Y yo no encuentro,
y yo no encuentro un dentista valiente que
me las quiera sacar.
Qué dolor de muelas tengo, que
no puedo mascar.
Ay, con estos dientes tan blancos
y con tanto brillo,
ay, que no puedo comer
ni la carne de membrillo.
(E. Herrera/E. Jiménez)
La tiré al pozo, la tiré al pozo,
la tiré al pozo,
la media que me diste,
la tiré al pozo,
porque tenía un tomate
del mes de agosto.
Que las carreras que tú no les cosías,
que las carreras,
parecían la vuelta de Andalucía.
Ronda mi calle, olé, olé,
ronda mi calle,
ronda mi calle un ditero pesao,
y un ditero pesao,
pa cobrarme dos mantas, olé, olé,
que no he pagao.
Yo creo que tiene
cosas de majareta,
cosas de majareta,
pues no pienso pagarle, olé, olé,
ni una peseta.
Échale arena, échale arena,
échale arena, y a tu madre en el moño,
olé, échale arena,
pa que yo pueda hablarte, mi vía,
mientras se peina.
Mientras se quita
la arena y el rebaño,
olé, olé, el rebaño,
a ver si no la vemos, mi vía,
en catorce años.
(E. Herrera/E. Jiménez)
Ya, ya, ya, ya, ya, ay,
tú en una silla y yo en otra,
ven acá y siéntate aquí,
yo en una silla y tú en otra.
Yo en una silla, tú en otra,
le quitaremos las piedras,
que las lentejas son pocas.
Ven acá, y siéntate aquí,
tú en una silla y yo en otra.
Carrero, carrero,
yo soy carrero
y también tengo mis machos.
Cuando quiero,
cuendo quiero los arreo,
cuando no les doy gazpacho.
Qué borrico será aquél
que muerde la verde oliva.
Qué borrico será aquél
que muerde la verde oliva.
Que no nos va a dejar aceite
ni pa asar una sardina.
Amparo, ay, por Dios, mi Amparo,
si tu quieres amparame
porque te llaman Amparo,
llévate el burro a la era,
que se come hasta los palos.
Calabacín, calabazón,
que este burrito lo mato yo,
calabacín, calabazón,
que este burrico me lo como yo.
(E. Herrera/E. Jiménez)
Volví la cara llorando
cuando salí de mi tierra,
volví la cara llorando.
Yo le dije: "Antonia mía,
que no vuelvo en toa mi vía".
Una niña las perdió,
mil pesetas en una esquina,
una niña las perdió,
y decía una vecina:
"Si me las encontrara yo
me compraba dos cortinas".
Con las esquinas de acero,
calle Real del
con las esquinas de acero,
donde tropezó un Miura,
y se rompió los dos cuernos
y el rabo por la cintura.
(Arr. E. Jiménez)
Tre le le le lere, ay, olé, ay.
Los dos por un caminito,
que tú a mi vera, yo a tu lao,
que tú a mi vera, yo a tu lao,
dos civiles nos han visto
los dos pavos que hemos robao.
Quéate con Dios, ventana,
y dile a la que te cierra,
y dile tú a la que te cierra
que te ponga dos bisagras,
que estás peor que la puerta.
Cogí la pluma y firmé,
cogí la pluma y firmé.
Hice la firma tan clara
que no se podía leer,
y la firma la hice tan clara
que no se podía leer.
(E. Herrera/E. Jiménez)
Penas de Córdoba.
Pregúntale al herrero, al herrero,
que cuánto vale,
que cuánto vale un juego de herraúras,
herraúras, para tu mare,
pregúntale al herrero, al herrero,
que cuánto vale.
La hija de la Paula, la Paula,
no es de mi pueblo,
no es de mi pueblo.
Ella es nacía en la Argaba
y yo de Marruecos.
La hija de la Paula, la Paula,
no es de mi pueblo.
Ay, tiré pa Torrelodones
pa que me dieran tus cartas,
y tenían tantos borrones,
que no pude contestarlas.
Yo sé que no es aroma de rosa y clavel,
Paulina, lo que tienes debajo del pie,
debajo del pie, debajo del pie,
que yo sé lo que tienes, Paulina,
y tu mare también.
(Arr. E. Jiménez)
Que estáis mirando a la barca,
[ecualipto de vejez],
que estáis mirando a la barca.
Decidle a Paco Verdugo
que me prepare la carta,
y me arregle tres besugos.
Lejos, muy lejos de España,
a mí me escribía un señor,
lejos, muy lejos de España,
y en sus cartas me decía:
"Si la bizca a mí me engaña,
yo me voy pa'llá enseguía".
Ya se ha formao el alboroto
y en la pescaría, mare,
ya se ha formao el alboroto,
porque se han cargao a mi pare
dos tíos con una moto
y han roto el escaparate.
(Arr. E. Jiménez)
A visitarlo he venido
con mi hermana la Araceli,
a visitarlo he venío,
porque quiero que me diga
dónde le encuentro un marío
pa quitármela de encima.
En criticar y murmurar
te pasas casi to er día,
en criticar y murmurar.
Ahora que tienes paperas,
¿cómo te vas a apañar
pa charlar con la portera?
(E. Herrera/E. Jiménez)
Ay, ay, ay,
ay, a mí me gusta por la mañana,
después del café bebío,
pasearme por La Habana
con un petardo escondío.
Me siento en una banqueta
y me como un papelón,
ay, de rábanos y pescao frito,
y si el petardo hace explosión,
si el petardo hace explosión
que perdonen los negritos, bien.
Ay, allá en el 57
conocí una negra coja.
Con locura me quería
y bailaba bien la conga.
La camisita que traje,
la camisita que traje me la quite
y la puse al sol
por ver si con el calor
se marchaban esos bichitos,
se marchaban esos bichitos
que la pobre en un abrazo
me regaló, bien,
ay, que ella a mí me regaló.
(Arr. E. Jiménez)
Ay, en el balcón,
toítas las noches me llevo, ay, ay, ay,
sentaíto en el balcón.
Como me dan,
como me dan pataletas, ay, ay, ay,
anoche maté a dos
cuando tiré las macetas, ay, ay, ay,
ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay,
ay, ay, ay, ay, ay, ay, ay.
Dónde estará mi muchacho,
que ya no lo he vuelto a ver,
dónde estará mi muchacho.
Con esto del Cordobés,
sólo veo al tío pelmazo
a la hora de comer.
(Arr. E. Jiménez)
Una perra, un perro no,
la perra cría cien perros,
una perra, un perro no.
El que me pele a la perra,
y a ese tío lo pelo yo
sin navaja ni tijeras.
Yo lo he visto en las barreras,
María Juana a tu marío,
yo lo he visto en las barreras.
En el ruedo se ha metío
pa darle una revolera
ay, y a un toro recién nacío.
(Arr. E. Jiménez)
Ay, ya, ya, ya,
donde yo me pueda ir,
ve señalándome un sitio
donde yo me pueda ir,
y que esté bien fregaíto,
no me vaya a escurrir
y me parta el hocico.
Se me ha perdío el sombrero
por la calle de Canales,
se me ha perdío el sombrero.
Si el que lo vino a encontrar
se creyó que estaba nuevo
qué sorpresa va a llevar.
Un homenaje a Emilio El Moro