Zappa, en Barcelona

Rafael D. San Gabino Ortiz
Ritmo nº 446, noviembre de 1974, p. 40

¡Chapas...! ¡Chapas de Zappa! «Posters» de Zappa, fotos de Zappa..., la feria de Zappa! Es como el preludio de un número circense. El Palacio de Deportes de Badalona se había convertido otra vez en la antesala donde todos los feriantes ocasionales que giran alrededor del mundo musical ofrecían sus artículos.

Luego el ambiente inicial desbordando los pasillos; las luces que se apagan y las mil centellas que resplandecen en la obscuridad, producidas por los asistentes que levantan al aire cerillas encendidas, adornando el templo donde el ídolo va a dar su recital.

Zappa es un ser tremendamente inteligente, y esta facultad la deja traslucir a través de su música; es irónico y burlesco, sabe ambientar las tablas que pisa, y hay momento en que más parece se dedica al «mimo» que a la música. En definitiva, el espectáculo deambula de lo musical a lo circense, y viceversa; sus escenificaciones de todo lo que sus canciones llevan, los movimientos de los miembros del grupo, sobre todo de su genial saxofonista Lipolcon Murphy y la percusionista de segundo orden Ruth Underwood, crean una ambientación escénica totalmente improvisada y espontánea. que hace de adecuado marco a la situación planteada.

Mucho más en la línea de su último disco que en la de sus anteriores grabaciones. parece que Zappa regresa al espíritu del Hot rats, más metido en su grupo, a pesar de que cuando ejecuta individualmente el grupo no llega a estar con él, debido a que improvisa sobre un conjunto de temas especialmente cortos y concisos; es entonces cuando demuestra su clase de guitarrista con técnica depurada y clara, pero no virtuosa. Con el grupo gusta de imitar modos y quehaceres de otros grandes (Page, Green, McLaughlin).

Su grupo hace mucha música, centrándose sobre todo en el teclado (George Duke) y «saxo» (Lipoleon Murphy), muy apoyado de percusión, batería (Chester Thompson), vibráfono y percusión de segundo orden por Ruth Underwood; el bajo Tom Fowler completa el grupo. Los temas están muy estudiados y no se dejan llevar por grandes improvisaciones, pero siempre por delante la línea irónica e informal que ha caracterizado toda la existencia de Zappa. Su personalidad en el escenario es tremendamente simple, si no fuera por los destellos de su guitarra y las muecas de cara y cuerpo con que acompaña su actuación; se le ve siempre director del grupo, llevándolo a veces con la mano, a veces con señas y muecas que dan pie a la entrada conjuntada de todos los instrumentos.

Zappa ha dado un gran concierto en Barcelona. Zappa da en toda su música la gran lección de crítica a los complejos y prejuicios humanos. Esta es la constante de su música, es lo que le hace estar donde está entre nosotros.—RAFAEL D. SAN GABINO ORTIZ.

 

Gracias a Óscar Barberá

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2014-09-23