Viernes de evasión (La Verdad), nº 34, 3 de diciembre de 1999


Los Marañones

Los Marañones son grandes, dejemos las cosas claras desde el principio. No sólo porque 'Shangri-la', su flamante nuevo álbum, sea el sexto de su carrera brillante aunque un tanto azarosa. Tompoco porque sus directos ejemplifiquen a la perfección aquello de la buena técnica instrumental siempre al servicio de la canción. Ni siquiera por el hecho de que sean uno de los grupos más apreciados de la historia del rock en nuestra Comunidad. Nada desdeñable todo ello, desde luego, pero por encima de todo Los Marañones son grandes porque escriben grandes canciones. ¿Simple? Tanto como el mejor pop.

TEXTO: JAM ALBARRACÍN
FOTO: JUAN LEAL

Probablemente lo que en su momento pareció una mala noticia –su ruptura con Edel, la compañía que publicó sus dos últimos trabajos– finalmente se haya convertido en uno de los mayores argumentos a favor en la elaboración de Shangri-la. Nunca fueron unos multiventas, así que, liberados de la presión que siempre supone intentar corresponder a unas expectativas, Los Marañones se dispusieron para la grabación de su nuevo álbum con una única disposición: la de disfrutar y hacer un bonito disco. Que venda La Oreja, ése es otro asunto. «Estamos muy contentos –señala Miguel Bañón– porque hemos hecho el disco que queríamos hacer y como lo queríamos hacer. Suena tal como queríamos que sonara. Para este disco no hemos intentado reproducir la estructura de las maquetas pero con mejor sonido, sino que hemos retomado las canciones desde el principio, tal y como nos iban sugiriendo que las tratásemos». «Hemos respetado poco la envoltura de la canción y mucho la esencia de la misma –continúa Joaquín Talismán-. La canción de Shangri-la originalmente era casi country y al final ha quedado casi power-pop. La canción siempre ha estado por encima del tratamiento. Nos quedamos con el esqueleto para luego poder manejarlas a nuestro gusto». Román García incide en este asunto. «No hemos buscado que las canciones sonasen a Los Marañones, sino a ellas mismas tocadas por Los Marañones. Dudo que antes nos hubiésemos atrevido a hacer Rumbo sideral (una bonita canción en clave bossanova-pop) tal cual, seguramente le hubiésemos metido bajo y batería».

Todos estos factores se han dado la mano para, de algún modo, contribuir a que Los Marañones (el grupo se completa con Pedrín Sánchez) hayan registrado, no me atreveria a decir que su mejor disco, pero desde luego si el más libre, relajado y, por qué no, equilibrado. Esa dama llamada madurez. «La historia del grupo es larga y yo tampoco sé si es nuestro mejor momento artístico, pero completamente de acuerdo en lo de la madurez. Joaquín entró justo después del disco en directo y, aunque su aportación en Matando el tiempo (su anterior trabajo) está ahí, creo que es ahora cuando de verdad se aprecia en su plenitud» (Román). «Fino Oyonarte (bajista de Los Enemigos y responsable de Alkilo, el sello que ha editado Shangri-la) nos dijo que él estaba dispuesto a editar cualquier cosa que grabara el grupo. No nos pidió escuchar las canciones ni nada por el estilo. Eso, unido a que cuando nadie espera nada de ti puedes hacer lo que te dé la gana, hizo que nos planteásemos este disco por puro placer» (Talismán). Miguel apunta una nueva perspectiva de futuro. «También es el primer disco que nos producimos nosotros mismos (por más que el propio Miguel Bañón fuese el productor de Quiero bailar agarrao, su segundo largo) y eso también impone un poco. Ahora sabemos que podemos hacerlo, lo que nos abre puertas para poder arriesgar más en próximas grabaciones».

Lo cierto es que el nuevo álbum revela el lado más intimo de Los Marañones. Otro factor a tener en cuenta puede ser el ingeniero de sonido, Javi Toral. Un viejo conocido. «Siempre hemos sido un grupo de canciones, nunca nos gustó llamarlas temas, eso suena a música sinfónica. Y es cierto que en Shangri-la muchas canciones suenan a como si estuviese en casa tocando la guitarra acústica, pero es que así fue como se compusieron. Y claro, Javi Toral nos conoce perfectamente. Con él maquetamos el disco anterior, ha tocado y hasta grabado con nosotros y de algún modo es otro marañón en la sombra» (Miguel). Como lo son Ricardo Perpén y Pedrito Jiménez, quienes comparten autoria con Bañón en gran parte de las canciones del álbum. Un trabajo ya hemos dicho que maduro, intimista, agradable en la escucha y en cuyos textos predomina un cierto aire... diria que... «¿de Houdini-pop?», me espeta Talismán. Vaya, curioso enunciado, pero me temo que hablamos de lo mismo. ¿Evasión, escapismo? «Es un disco de aventuras» (Román). «Ese punto siempre ha estado ahi, pero ahora mucho más marcado. De ahi que el título de Shangri-la nos pareciese tan apropiado» (Miguel). «La ciudad deseada, donde todo el mundo es feliz, pero que nadie encuentra. Las canciones juegan mucho con eso: lo que buscas, lo que imaginas...» (Román). «En ese sentido, la letra de El buen valle es la más representativa, porque también rompe un poco el mito. Es una letra basada en un relato sufi. El rollo es que mucha gente cree que hay un Buen Valle, una Shangri-la, que es un lugar paradisíaco, la meta. Y un dia consigues llegar y te das cuenta de que es exactamente igual que tu ciudad» (Miguel). Bueno, eso suena bastante interesante y profundo. Shangri-la sólo existe dentro de nosotros mismos. Euhmmm... ¿no os habréis convertido a la filosofía zen? «Ja, ja, ja... No, el disco es escapista o hasta con un punto filosófico si quieres, pero con los pies muy en el suelo. Hay mucha ironía respecto a los ideales y los lugares quiméricos», concluye Miguel.

Bien, bromas aparte, lo cierto es que canciones como A miles de años luz, la propia Shangri-la, la iluminada (más que psicodélica) El Santo, Mis mejores cassettes (un simpático reproche de desamor), El buen valle o A miles de años luz (mi favorita del mundomundial) hacen de su nuevo trabajo un disco del todo recomendable y marañón. Tras trabajar para diversas compañías y con diversos y renombrados productores (Paco Trinidad, Carlos Martos), en Shangri-la se muestran tal cual son en este momento. Sin limitaciones ni otros condicionantes. Seguirán vendiendo los mismos y un par de nuevos recién llegados de cara limpia. Los Marañones son un muy buen grupo, pero me temo que un mal producto para un mundo donde domina la mercadotecnia. Y Pedrín sin afeitar. Pero a mi, plin. No sólo duermo sobre un cómodo multiláminas, sino que todos los que escuchamos música (llámenlo rock o pop, no importa) por el mero placer de degustar buenas canciones, tenemos otro motivo para sonreír. Los Marañones tienen nuevo disco. Pedazo de disco.


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